Te doy mi voz,
quebrada y sincera,
como el trigo
que el viento derriba
cuando cree
mecer sus ramas.
Te doy mis noches
de insomnio y esperas,
y esta alma herida
por antiguas grietas.
Te doy este amor,
arma de doble filo;
uno corta el alma
y el otro la perdona.
Te doy este amor
teñido de amarguras
y caótico dolor.
Aunque la vida
me grita que perdone
y siga adelante.
Maestro de noches sin luna,
es este dolor,
que me ha enseñado a ver
lo que el alma no mira.
El amor no es dueño,
ni es esclavo,
es río que corre,
es la luz que suspira.
El amor verdadero
no se cuenta por sus luchas,
se siente en la piel,
se vive,
se respira
y se muere en él .
Aprendí
entre besos y duelos,
que el alma tan solo se cura
con el peso del tiempo.
Es eso,
o amarte,
amarme,
amarnos
y darnos la muerte más bella.