MIS POEMAS
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La dama de la voz dormida
El tren juega a cortar el aire
y pasar a cámara rápida el paisaje que,
como la vida,
va pasando a toda velocidad
sin darnos cuenta de ello.
Y, mientras tanto,
mientras el viento silba
y los árboles,
que parecen fantasmas,
se desvanecen antes de poder verlos,
mientras tanto,
una voz a mi espalda,
a unos asientos de distancia o,
para mí,
envolviendo mi piel
... esa voz me hace el amor
a través de los sentidos.
Cierro los ojos y la dejo hacer
lo que le venga en ganas.
Ahí fuera,
el tiempo va a toda prisa.
Aquí dentro,
la noción de tiempo
pierde su significado
envuelto por la magia de una voz.
No giraré la cabeza
para no perder el romanticismo
entre mi inconsciencia y su voz.
Esa voz de mujer quedará,
para siempre,
eternamente suspendida
en el aire que marca el camino
entre férreas paralelas infinitas
y la línea imaginaria del camino
donde, alguna vez,
la dama de la voz dormida
paró el tiempo para mí.
Poemas enterrados en silencios
Poesía recitada.
Cuando la soledad y acunarte en tus propios brazos son la única manera de salir adelante.
El vuelo de las palomas
Inertes.
Se suspenden en el aire
sonidos que huelen a vida.
Se paralizan
los rayos de luz
clavándose en los cristales
de las ventanas.
Una niña
corre por el parque
tras las palomas.
Y todo a su alrededor
permanece inerte
salvo ella
y el vuelo de las palomas.
Tal vez mañana,
la niña
no sea capaz
de apreciar
el movimiento de las cosas,
el transcurrir de la vida,
más allá de cruzar equis
en el almanaque de la cocina.
Y, un día,
se asomará
al balcón de la existencia
con el pelo recién lavado,
peinado de edades
y memorias
para contemplar el cielo
que un nuevo le regala.
Y allí, inertes,
se suspenderán los sonidos
que huelen a vida.
Los cristales,
como espejos insolentes,
reflejarán la luz del Sol
sobre la quietud.
La rueda seguirá girando
en singular atropello.
Atentando contra la voluntad
de la vida.
Ojalá aquella niña,
hoy mujer,
tenga la fortuna
de saber encontrar la mirada
de aquellos días,
la evidencia de una refracción
en el juego de otros niños
y se calcé las zapatillas
para salir al parque a correr
…tras el vuelo de las palomas.
Amanece en nuestra cama
Respiras lento.
Pero lo haces
cerca de mí
y eso me basta
para saberte mía,
aun cuando
la luz de tus ojos
se han tomado
un descanso.
Hace frío.
Mis dedos dudan
si acercarse
al remolino de tu cabello
enmarañado
en tu pendiente
o recorrer la colina
que dibujan
tus labios entre-abiertos
para poder besarlos.
Un suspiro.
El cuarto se ilumina
de repente,
ya no oigo tu respiración,
mis manos
cobran vida
y la sangre
les devuelve su calor.
Un abrazo.
Un beso.
Respiras lento.
Hace frío.
Mis dedos,
tus manos,
tu pelo,
mis labios,
desnudos,
tu cuerpo,
mis ojos,
luceros,
se apagan,
me besas,
te beso,
me abrazas de nuevo,
suspiros
...te quiero.
Amanece en nuestra cama.
Y nada más importa
que tus brazos
entre mi cuerpo,
mis manos
en tu pecho
y el nudo que entrelaza
nuestras piernas a las sábanas.
-Anudados a nuestro lecho.-
Sueños de un reloj demente
Poesía recitada
...y, a veces, amar duele tanto que dejarle volar es la mayor prueba de amor.
Donde los valientes mueren
Poesía recitada
Tú, naturaleza destructiva
Poesía recitada
14 estaciones de penitencia
Poesía recitada
Tú, mi desorden favorito
Poesía recitada
Make up
Siempre tuve
un miedo irracional
a la mujer que se esconde
tras el maquillaje.
A veces,
son tan hermosas por fuera
que temo
enamorarme del envoltorio.
Son regalitos
bajo el árbol de Navidad.
Permíteme
perder ese miedo,
juntos,
bajo la ducha,
con el único polvo
que no cubra tu cara,
sino tu alma,
con la pureza que se filtra
bajo los poros de tu piel
y el goce
de mis labios tibios,
con la cara limpia
y el vientre
lleno de mordiscos
para acabar abrazados
en un interminable momento
que dura tan poco
como tarda el Sol
en entrar por tu ventana.
El amanecer será
quien nos diga
si he perdido
ese miedo irracional
al maquillaje o,
simplemente,
me enamoré
de tu cara oculta.
Soy un loco
enamorado de la Luna
y su rostro inmaculado
de blanca leche
derramada en un haz de luz
que ciega mis ojos
…y, aún así, me pregunto:
¿Qué habrá escondido
tras la radiante pureza
de un rostro tan perfecto
que parece esculpido
por la mano de Dios?
Mírate, chiquilla
Poesía recitada y escrita por Naxo García.
Dedicada al amor sin condiciones que siento por ti...
Sin ti...
Sin ti,
este banco
solo sería
un banco
donde descansar
y ver pasar
las palomas;
el tiempo,
… la vida.
Sin ti,
yo,
no sería más
que un músico callejero,
un payaso
de medio pelo,
incapaz de subsistir
en la vorágine
de los pasos errantes
y las prisas
de los gatos
por cruzar la calle,
cuando pasan coches.
Sin ti,
cada cosa
seguiría siendo,
eso
...tan solo, cosas.
Qué inocente ceguera
nos amamanta
con la leche
del desaliño
y el azúcar
que crece
en el cañaveral
junto a la ribera
de tus labios.
Sin ti,
todo sería
tan aburrido
como las notas
de un saxofón dormido.
Y,
mientras tanto,
los colores del mundo
se agolpan
en bastas pinceladas,
creando
paisajes de armonía,
para no pensar en nada
cuando,
sin ti,
veo
pasar palomas,
veo
pasar la vida.
Te toco,
me tocas,
sonamos,
las manos,
las notas,
te amo,
me amas,
queremos,
podemos,
te espero,
…te quiero.
Tríptico de una herida
Basado en la ilustración de Juan Calderón
Realidad: Vil Cortesana
Poesía recitada
Grita mujer, ¡grita!
Beso tus labios
y tus muslos
anudan mi cabeza
al vuelo de tu éxtasis,
entre Venus
y un paraíso natural
de tierras fértiles.
Contigo soy capaz
de hablar tantas lenguas
como placeres se encierran
tras el adiós de las mañanas.
No habrá mayor placer
en este mundo
que lo dicho por el idioma
que nuestros labios inventan
bajo el mandato de mi lengua
dibujando trazos desordenados
sobre el lienzo de tu piel.
Humedades que recorren
la piel erizada de una mujer
cuando grita
de la única forma
en que se debería gritar.
Después de la tormenta
Llora un ángel
al descubrir su desnudez.
Han caído en ocre muerte
las últimas hojas del manzano.
Las agujas del reloj
perdieron su rumbo
al fragmentarse el eje
que las mantenía
en la fatídica cordura
de la cadencia
que marca la vida.
Se deshizo
el rumor de un sueño
bajo el oleaje
que baña con pesadillas
la mar embravecida
del día a día.
Calcetines mojados
en una primera cita.
Frío en las yemas de unos dedos
que acarician tu espalda.
Un último beso
con ojos abiertos.
El sonido inquietante
del crujir de la porcelana
al quebrarse un corazón
... qué desdicha nos trae
la mañana del mañana
y la tarde del ayer.
Y así,
en lamentos
que no valen su tiempo,
pasamos
los mejores versos de nuestra vida
y dejamos escapar al viento
esas pequeñas cosas
que vienen después
del monstruo del momento
que se esconde en el armario
y no te deja conciliar el sueño.
Buenas noches,
amor,
descansa con los ojos cerrados;
donde habitan
los después del momento.
-Dale una oportunidad a la calma.-
¿Qué es posesía?
¡Qué es poesía!
¿Y tú me lo preguntas?
(Rima XXI G.A. Bécquer)
Tienes algo
que el resto no tiene.
Tienes ese don,
ese no sé qué
que te hace irresistible
ante las mentiras
que me cuentas,
cuando estoy desprevenido.
Eres ese tímido Sol
que todos buscamos
al cruzar la calle,
en enero,
y que nos pega
a las paredes
encaladas de blanco,
como a lagartijas.
Eres aroma
a café en la mañana,
brisa de verano
entrando por mi ventana,
lluvia imprevista
en mitad de una riña
... y, como en las películas,
acabas convertida en beso.
Tu nombre
está compuesto
por rimas encadenadas,
que se entremezclan
con mi nombre,
para, así,
bajo el fuego de la fragua,
juntos,
forjar los mejores versos.
Porque tienes ese algo
que te hace ser poeta.
Aunque en realidad,
he diseccionado
los surcos de tus labios
para estudiar tus besos
y comprender
a ciencia cierta
el origen de esos versos.
¿Regalas versos con tus besos
o son los versos
los que viajan en tus besos?
La etimología
ha desvelado
que tú
no eres poeta.
Me dice que eres
la única forma posible
de entender la vida.
Que tú eres,
simplemente,
el punto de encuentro
de todos los sueños
contenidos en el Universo;
la matriz
donde se gestan
los estados de la materia
que darán a luz
el secreto de tu ser,
la virtud de la belleza
que te convierten
en la única
respuesta posible.
¿Qué es poesía?
poesía
… eres tú.
Querría contarte que todo sigue igual
A mis cuarenta y muchos, me gustaría poder decirte cara a cara que aún siguen viviendo esas voces en mi cabeza.
Que el mismo día en que florecen los prados nieva sobre el mar.
Que la montaña rusa es mi medio de transporte para llegar al día siguiente, y al otro y al otro y al otro
… hasta el final de mis días.
Me gustaría decirte que los fantasmas que aullaban en mis oídos durante la noche han crecido junto conmigo y se han vuelto descarados.
Ya no necesitan la negrura de la noche para esconderse tras el cabecero de mi cama; ahora me buscan en cualquier lugar.
Pero he aprendido a quererlos.
No me asustan.
Lo malo de todo esto es que no todo el mundo lo entiende como tú.
Al final, madre no hay más que una.
Mis venas siguen intactas y eso que las veo abrirse en canal y sangrar a borbotones.
Cada vez con más frecuencia.
Y ya lo dije una vez “no estoy más loco que el que inventó la palabra cuerdo” pero después de decirlo no me lo creo ni yo.
¿Sabes? Ahora juego a ser poeta.
Escribo miles de versos y luego los borro.
Escribo miles de estrofas empañadas en lágrimas que acaban siendo poemas de amor. Y luego rompo a llorar por ser tan cobarde.
Tengo miedo a defraudar a la hierba cuando la piso en los parques; de asustar a mis ojos cuando veo sonreír a la gente por la calle; de descubrir que las llagas de mis dedos nacen al acariciar el mármol de tu nicho cuando te susurro todas mis verdades.
Porque al fin y al cabo, nunca fueron mías, fueron nuestras.
Mamá, a mis cuarenta y muchos he vuelto a darme cuenta de la necesidad de darte la mano hasta llegar a la puerta de ese señor con bata blanca que me regalaba caramelos para ser un niño normal.
Querría contarte que todo sigue igual
…pero sería mentira.
La belleza de una boca mellada
He perdido dos dientes
por pensar que la justicia
se defendía con los puños;
que la razón,
como las letras,
con sangre entra.
He perdido dos dientes
por cosas
que me importaban un carajo.
Era buena costumbre esa
de tener siempre
una bala en la recámara
por si te veía venir
…y volarme la tapa de los sesos.
Evitamos amar,
a toda costa,
por miedo a perder
la dentadura entera
con la que intentamos
comernos el mundo.
Somos tan libres
… como ridículos.
Y hoy,
le pregunto
a ese yo de la fotografía,
ese de la sonrisa perfecta,
si esa paz en el aire
era fruto
de mantener todos los dientes
o era por no atreverse
a hablar de guerras.
La guerra de la verdad;
la guerra de las mentiras;
la guerra de los bandos
donde todos tienen razón;
la guerra de las diferencias
entre amar
y un calentón del quince;
la guerra de jugar
a ser adulto
o coger el toro por los cuernos
cuando empieza
a rascar el albero.
Le pregunté a ese joven
de sonrisa perfecta
y boca abierta
si ese hueco
entre su lengua
y el paladar
estaba tan vacío
como su pecho
o colmado de indecisiones
entre el sí y el no,
entre vivir
o ser
la eterna sonrisa Profident.
Creo que la respuesta
es tan obvia
como los paréntesis que habitan
en esta fila de dientes.
Estas oquedades
son lo mejor que un hombre
puede padecer
cuando echa un pulso con la vida.
Con tu permiso,
voy a ponerme los guantes,
saldré a ring
y te robaré
un millón de besos consentidos
…porque prefiero la paz de tu compañía
a la guerra de mis dientes.
-Corazón herido,
dentadura desajustada
y unos puños que piden acción.-
Manual para dejar impresa una bonita sombra
He salido a hablar con mi sombra
porque supuse que ella
ya estaría allí afuera.
Y al salir a la calle
ahí estaba,
jugando a ser Dios,
haciéndose
a mi imagen y semejanza.
Está enamorada
del suelo que piso.
No me ama a mí.
Se siente celosa
porque mis pies rozan
la tierra
por la que ella bebe los vientos.
Y carga su propia cruz a cuesta.
A veces,
desaparece para confundirme
con el reflejo en los cristales.
Pero esa imagen sí soy yo.
Sí;
late un puño
dentro de su pecho.
Mi puño y sus desgarros.
Mi pecho y sus espacios.
Yo la busco en todo momento,
la busco,
la incito
y me insinúo.
El día que me di cuenta
que estaba enamorado de ella,
el miedo
despeinó mis pestañas.
Intento acariciarla
… y no puedo.
Mis manos se cubren de polvo
y mi cielo se arropa con nubes.
En la noche me abandona
y me deja maldiciendo
las promesas
que alguna vez me hizo al oído.
Que se quedaría conmigo
… para siempre.
A veces,
siempre,
dura un instante.
En las noches
me siento una puta
con los privilegios
que otorgan la luz de una vela.
Enciende mi cuerpo,
me abrasa con los recuerdos
de las sonrisas
que no veo en ella
y, al final,
terminamos diciéndonos adiós.
Se lo he dicho tantas veces
que se ha convertido en rutina.
Tanto que cada adiós
… apesta a vuelve.
No sé qué es el amor.
No descifro la definición
que encierran los diccionarios
o los disparos a quemarropa
con los que se suicidan
los poetas
de una noche y un hasta luego,
que se enamoran
de la primera sombra
que se les pega a la espalda.
Creo que lo más parecido al amor
debe ser eso que siento
cuando la luz,
antes del ocaso,
abraza y rodea,
con sus cálidos rayos,
este cuerpo
suspendido en un columpio
para no invadir tus sueños.
Porque cuando apareces
sé
que no vienes
a recelar ese suelo
… que ya no piso;
que has vuelto
porque te estás volviendo loca
por la hermosa silueta
que mi cuerpo
deja impresa sobre la acera,
y que mis pies
… ya no tocan.
He escrito un manual,
con la punta de mis dedos,
en los huecos en blanco
entre el Sol y tu pelo,
para que las sombras
se enamoren de los cuerpos
y deseen hacerse el amor
… en todo momento.
Que se amen sin saberlo.
Y que nos volvamos fuego
que nos consuma a cenizas,
que no importe
si me tienes de espaldas,
si te tengo de frente,
si nos tocamos a lo lejos
o al simple roce de unos dedos.
Que la intención sea
no separarse nunca
incluso sabiendo que ya
… no estás conmigo.
Porque, aunque los recuerdos
existen
para poder ser olvidados,
yo prefiero tenerte a mi lado,
cogerte de la mano
para saltar al vacío,
que seas una estampa
retenida en mi memoria
o una imagen
en movimiento acompasado
en el cristal de mi mirada
… para toda la vida.
Porque sé que eres,
tú,
la única sombra
que este cuerpo
desea proyectar.
Al final de este
Manual para dejar impresa una bonita sombra
he dejado una página en blanco.
Quince para las nueve
¡Corre, corre siguiendo los pasos de nadie!
¡Corre, por tus muertos!
pero cuídate de no pisar mi estrella enterrada a la orilla del mar.
Desapareces con pasos confusos, que espero sean, para no volver jamás.
Y aún así
… te espero.
Siempre creí que quien espera, desespera.
Pero amar no es como uno espera así que no me voy a desesperar
por esta cicatriz con nombre.
Quince para las nueve
… y el tren no llega.
Sé que soy imbécil por esperar el tren bajo las olas,
en esta estación de olvidos donde quedó abandonada mi estrella en el mar.
Historias oxidadas por la sal que acumulan las lágrimas derramadas
por prestar atención, tan solo, a las palabras
y no al corazón desde el balcón de las miradas
que, normalmente, son las que hablan.
Quince para las nueve.
Miro el reloj.
Te echo de menos.
Sí.
Pero estoy bien sin ti
… y mejor conmigo.
Mantengo la esperanza encerrada en un puño
y con el otro, me asomo al vacío.
Rompo el silencio de tu voz perdida,
con un suspiro, cavando la tumba en la orilla,
donde se esconde mi estrella
… huele a mar a un lado de mi mejilla.
Quince para las nueve.
Una lágrima se posa donde antes hubo sonrisas.
Soy el polo opuesto al límite;
a la luz;
a la línea del horizonte
y a la culpa de necesitarte.
Quince minutos para las nueve
… quince
para superar las primeras veinticuatro horas
de esta adicción a quererte del vicio de ser siempre dos.
Hoy mi estrella, bajo el Sol, sobre la arena, se siente sola
… se siente plena.
Quisiera poder salir corriendo hacia alguna parte,
pero lejos de la orilla donde perdí mi estrella
porque estoy, más que seguro, que tú ya estarás allí.
Y eso es lo que más me duele.
Que ahora que te has ido
…ahora, parece que te importa.
Quince para las nueve.
-Hoy no existen excusas para que este día no sea mejor que ayer -
Elijo el pecado de los lunares sobre tu espalda
Coincido con la oscuridad del cielo que se viste con los lunares de tu espalda.
Coincido en destacar la belleza que se esconde en ellos,
en la imposibilidad matemática de contar, una a una,
cada estrella que decora tu piel de porcelana.
Coincido con la luz del tiempo que se refleja en el reloj de arena que hallé en ti;
en ese cosmos colmado de oasis donde la línea del horizonte de mis ojos tomó
conciencia de tu norte como punto de referencia.
Y sacié mi sed con el agua que manaba del manantial profundo de tus miedos
y hallé cobijo bajo la sombra de las palmas de tus manos.
Coincido con la luz del tiempo que convirtió en anécdotas las batallas perdidas,
las derrotas padecidas después de sobrevivir a mis demonios.
Yo era ateo hasta que encontré el lugar donde termina mi pasado.
Hasta que conocí al Dios de tu boca, la religión de tus labios
y La Biblia tatuada en los bordes de tu pecho.
Coincido con la luz del tiempo que me castiga por los pecados cometidos.
Y la sonrisa de esa luna burlona que atesora,
entre su boca y la falta de dientes,
los deseos de morder tu blanca carne salpicada de pepitas de chocolate.
Yo era ateo y jamás pensé en el pecado hasta que deseé
comerte a besos sin dejar migajas.
Matarte a polvos con premeditación y alevosía.
Morir de pereza entre tus brazos y hacer de la lujuria mi forma de vida.
Estamos condenados
… a querernos.
A perseguir la luz hasta el infinito como un par de ángeles caídos.
-Coincidencias entre tu espalda y el cielo.-
El hilo rojo del destino
Cuánto te quise.
Cuánto pensé que me querías.
Construí un Universo de calderos
rebosantes de nortes y astrolabios.
Y surcamos los cielos
siguiendo las pautas
de una carta de navegación
desteñida y obsoleta.
Cuánto amor hecho trizas
ha acabado en el desguace.
Y dudo si esto que siento es amor.
Creí que aún te quería
pero me parece que aquello,
más que amor,
fue una clase de anatomía forense.
Sangran las costuras
del tejido amargo
que cubren mis huesos
donde las vísceras
comienzan un baile agitado,
un vórtice que transmuta
en un Twist and Shout,
una caótica expresión de sentimientos
e intentos de atrapar
la luz del Sol con lazo,
como si fuera
un caballo salvaje
en la pradera del dolor.
Escaramuzas para invadir
la cara oculta de la luna
con un batallón de poetas
armados con fusiles de poemas
y afiladas bayonetas de versos.
Y la luna vierte su sangre de leche.
Sangran las costuras de mi universo
y se derrama el agua
de mares y océanos
dejar secas las rutas navegables
que llevan
hasta los puertos de la cordura.
Una lucha
contra la crisis emocional
de las flores
que decoran el jarrón
de una lápida sin nombre.
De un soldado muerto
por el impacto de un beso
en otros labios.
El intento de caminar
tras el zumbido de las abejas
a campo abierto.
Y me susurran
los puntos y comas
de esa canción de amor
que jamás escribí para ti
… ni para nadie.
Me susurran
que en eso del amor
todo vale.
Que administre las pausas
y los puntos finales
de esa poesía
que aún está por escribir.
Y yo, en mi fuero interno,
sé, o debería saber,
que no preciso amarrar al Sol
para que ilumine
la oscuridad de mis días.
Ni encerrar las lágrimas de la luna
en un frasco de cristal
para no olvidar
que incluso los astros
pueden sufrir.
Si sangro es
porque aún estoy vivo.
Si sangro es
porque la herida que me provocaste
no fue mortal de necesidad.
Sangran las costuras de este corazón
remendado con el hilo rojo del destino
que, irremediablemente,
me llevará a esa persona
que se encuentra al otro lado,
y que ya sé
… no eras tú.
Ahora empezaré a tirar
del hilo rojo del destino
sin miedo a descoser las suturas
de este pecho herido.
No tengo prisas.
Pero tiro
del hilo rojo del destino
y silba,
como la cuerda afónica de un arpa,
recitando aforismos
de amor y esperanza
Tú; sí tú, que estás ahí detrás,
que tu sangre asoma
por las grietas de tus venas.
Tú, estate pendiente,
no vaya a ser que sientas
un tironcito en tu corazón.
Si es así,
tensa el hilo,
rasga el arpa
y arrástrame hasta tu lado.
Supongo que tus tejidos
también deben estar sangrando.
Yo, por si acaso,
sacaré lustre a mis zapatos,
cortaré un ramillete de poesías
y mostraré mi mejor sonrisa.
Tener el alma despedazada
no es motivo
para retar a la fortuna.
-A veces, el destino es caprichoso-.
Jaque al Rey
Intérprete de sueños
que anuncian
la caída del imperio.
El frío invierno ya está aquí
y ha cubierto
con fina nieve
las proclamas que ondeaban
sobre el verde follaje.
Todo se ha vuelto níveo
y el horizonte
se confunde con las nubes.
Jaque al rey.
Tiemblan los cimientos
del amor verdadero
ahora que todo
parece más hermoso.
Ese árbol viste un manto blanco
por el que todos suspiramos
al ver su belleza.
Pero ese árbol
volverá a recuperar
el mate de su reflejo
y los suspiros
se perderán
en la cotidianidad de las nubes
y el calor de la indiferencia
esperando
una nueva nevada.
Y nos preguntaremos
¿Dónde está el amor?
Jaque al rey.
Somos tan estúpidos
que nos dejamos seducir
por ese amor idealizado
del que todos hablan
-¡malditos poetas!-
pero al toparnos
con la puta realidad,
face to face,
nos cuestionamos
nuestros propios sentimientos
y nos decimos:
“yo también quiero eso.
Ese amor de cuento”.
Jaque al rey.
Pero el amor
no está construido
con bases científicas
que se puedan ratificar
o con heurística
y algoritmos matemáticos
que denoten al amor
como una ciencia exacta.
Ni mucho menos.
El amor es más bien
una fuerza indefinida
que te atrae y repele,
como los campos magnéticos,
pero sin una teoría válida
a la que agarrarse.
Unos días amamos,
otros odiamos,
los más malos
deseamos la muerte,
pero al final
nos basta con llorar y,
la mayor parte de las veces,
todos esos días
de la mano
y de las heridas
surgen nuevos comienzos
que desvelan
el camino de la razón.
¿Jaque al rey?
Un manto de nieve,
un mechón de pelo
que juega en tu mejilla,
el rojo tatuado de tus labios,
el contoneo de tu cintura,
una carcajada inesperada,
la hipnótica luz de una mirada,
el olor a recién duchada
o el sonido
del elástico de tus bragas…
Este es el pret a porter del amor
con el vestimos nuestro día a día
y a mí
me parece suficiente.
-Quedamos en tablas-.
La vida es así
Poesía recitada
La vida es así
Con la mirada
puesta en la vela,
la llama
quema tus pupilas
y
convierte en cenizas
las rosas tempranas
de tu mirada,
que hoy
estaban ya tan secas
como el laurel
de mi cocina.
Y así,
un día,
te das cuenta
que estás lejos,
muy lejos,
de tus sueños,
de tu ideal de vida,
de aquello
que alguna
vez creías tan cerca.
¡Qué lejos queda esa vida!
por la incapacidad
de vencer al reloj
y sacar tiempo
para poder consumirla.
Qué locura de paradoja
es esto de la vida
… ella
es quién nos consume a nosotros.
Como el calor
extingue la cera de la vela
hasta convertirla en las ruinas
donde expiraron
los últimos vestigios de luz.
Oscuridad macabra
ante el vacío
que se cierne
frente a nosotros.
Al mirar a tu alrededor
sientes vértigo.
Nos hemos acostumbrado
a vivir
tan cerca del precipicio
que,
sin quererlo,
llamamos vida
a este incendio
que habita en nosotros
y
a la jodida
y violenta
forma de escalar
al paraíso de los éxitos
donde
sus paredes
se pintan con sangre,
se decoran con esquelas
y todo,
todo
lo dirige
esa mano asesina
que deja
el cadáver de tu existencia
con un orificio de entrada
y otro de salida
sin posibilidad de remiendos.
Somos muñecos de cera
en busca de una llama;
somos la mejor fotografía
sobre un carrete velado;
somos seres invisibles
queriendo proyectar
una sombra alargada.
Somos pura dicotomía
entre luces y sombras
luchando por consumirnos.
La vida,
la vida es así,
un sin sentido
que nos llena de cicatrices
a las que llamamos experiencias.
Una pelea constante
por dejar de ser mediocres;
¡un puñal en la espalda;
un tiro en la cabeza!
Paredón
donde te fusilan las mentiras.
Acostumbrarse
a la pequeña muerte
de los amaneceres,
que arrastra
por el sumidero de la bañera
los sueños que se pegaron
a la piel sudada
entre las sábanas,
la oscuridad de la noche
y
el filo de unos ojos entreabiertos
esperando
no morir de ceguera.
La vida,
la vida es así
… un suicidio colectivo.
Pero yo lucho,
he luchado
y lucharé
por atrapar
con una red de versos
el vuelo de las aves
que encierran entre sus plumas
el verdadero significado
de la palabra libertad,
razón de vida,
¿no crees?
Y si alguna vez
tengo la fortuna
de apresar
el vuelo de las aves
y
el canto de sus trinos
volcaré
la fragancia de su ungüento
en mi triste poesía
para así
llegar a descubrir
que en esta vida
… somos algo más que dolor.
La gravedad de la gravedad en la gravedad de las cosas
Apoyá en la fuente, viendo volar gotitas de agua que salpican sus pies,
mientras los hilos de plata se hacen y deshacen luminiscentes
al influjo y el capricho de las líneas imaginarias de los rayos de Sol.
Lo insólito de las cosas simples es que en su naturaleza, casi estúpida,
es donde se encuentra la complejidad de ese primer impulso al que nos asomamos
cuando creemos encontrar la felicidad.
La vieja señora no entiende de gravedad ni de tuberías;
no imagina la importancia del saber de las cosas que, a priori, parecen tan simples.
La vieja señora no entiende de patriarcado ni machismo,
no sabe de empoderamiento o igualdad.
Apoyá en las costumbres, no cuestiona mandamientos ni conoce misoginia.
¿Sexismo? Ella no habla de guarrerías … tan solo se dejaba hacer.
¿Violencia de género y doméstica? Algo habrá hecho, digo yo.
El feminicidio no es culpa del macho porque ellos … son así.
¿No sabes que no se les pué decir que no?
Y un runrún de voces se entremezclan con las gotas de agua que rompen en su caída.
Y todo le parece tan bello que se le olvida el dolor del mundo,
el calvario de tanto peso sobre la espalda
y el luto que vestimos para engañar a la muerte y que nos confunda con las sombras.
Apoyá en la fuente, con la mirada vacía, ha dejado pasar una vida androcentrista
con la naturalidad con la que el agua de la fuente se desparrama
por el simple influjo de la gravedad.
Tal vez, sea la fuerza gravitatoria y su alcance infinito entre dos cuerpos
o esa fuerza central (como el androcentrismo) que se asocia a lo normal de las cosas
o la importancia de las distancias que interfieren proporcionalmente con las fuerzas
… no sé.
Quizás, la gravedad de la gravedad no radique en las fuerzas que las atañen.
Quizás, la gravedad de la gravedad sea no preguntarse el porqué de las cosas
y no buscar una salida más allá del dominio de planetas y estrellas.
Apoyá sobre el filo de la fuente la vieja señora no se imagina
que cuando ella falte, descansarán bajo tierra unas piernas cansadas,
un montón de amor, las costumbres, la obediencia, el mirar hacia otro lado
y el conformismo.
Tan solo espero que de la tierra broten ramilletes de igualdad
en honor a una vida que, buena o mala, dejó que el dolor le curtiera la piel.
Ojalá no sea tarde para que las nuevas generaciones rieguen las florecillas
con el agua de la fuente y lejos de cortarlas las dejen crecer y florecer
…y el mundo se contagie de una pandemia de igualdad.
Platero ya fue abuelo
(…) A veces se suben
en el borriquete sin alma,
y con un jaleo inquieto
y raudo de pies y manos,
trotan por el prado de sus sueños:
¡Arre, Platero!
¡Arre, Platero!
(Juan Ramón Jiménez)
Ha llovido mucho,
muchísimo,
desde que aquel burrito pequeño,
peludo
y suave,
dejara de trotar por el prado
bajo la luz de Moguer.
Los niños pobres
ya no lo son tanto;
ni pobres,
ni niños.
Ya las lunas reflejadas en el río
han cambiado de color,
ni blancas,
ni plata,
ni cobre.
Ahora las lunas
reflejan su pálida luz
sobre tejas rojas
que se bebieron
el curso del río.
Platero ya no acuna
las espigas a su paso,
ni calla a los ruiseñores;
aunque, si guardas silencio,
tampoco los oirás cantar.
Quién sabe si también estarán
enterrados al pie del pino grande y redondo
del huerto de la Piña,
que a él tanto le gustaba.
Pero no creas que su muerte
en páginas de papel
dejó despobladas mis tierras
de imaginación de burritos,
rosas y zarzamoras.
¡No, qué va!
Platero fue padre de poetas
paridos por la luna
tras quedar en cinta de unos versos
que algún canalla recitó,
cobijado por el crepúsculo,
desnudo,
entre las aguas teñidas de rosas,
carmín
y violetas
cuando el Sol las profana
cada tarde en su huida.
Y las tierras de Moguer
cubiertas de un fino manto verde
con sus hilos de oro y plata
se bañan con tibias ráfagas
de dorados rayos.
Y mariposas,
de tantos colores
como la luz pueda imaginar,
juegan por todas partes,
entre las flores
que esparcen su polen
con la algarabía de los niños pobres
cuando se creen príncipes
llevarse a la boca
una hogaza de pan.
Y así, con la brisa que el océano
trae hasta los campos de mi tierra,
la simiente de la poesía
se clavó en los hijos de Platero,
que ahora ya es abuelo.
Y otra generación,
bajo la sombra del pobre Platero,
juega a lomos
de un borriquete de madera;
una silla,
un bocado
y un ronzal; sin alma,
entre juegos y risas
trotan por un prado inventado,
a través de sueños
cargados de moras
y claveles,
de cuentos
y nubes de algodón,
de lírica,
prosa
y poesía;
sin siquiera darse cuenta
que ya han escogido
el camino a la perdición,
a una vida
que vale tanto la pena
amarla
como dejarse llevar
y convertirse en poeta.
Sueño de verano
Kent R. Wallis:
Del alma al lienzo.
Así reza en la portada de su libro.
Un alma. Un lienzo.
¿Qué hay de diferente en ellos?
En el alba de nuestros días,
la blancura del alma
se asemeja al blanco del lienzo
que el artista pretende violar.
La belleza del mundo,
a veces,
es la idolatría del artista
para con este.
Donde unos ven
un precioso paraje
salpicado de colores,
de flores,
de árboles imposibles,
y casas encantadas
… otros encuentran un miedo atroz
a lo desconocido;
a aquello
que se esconde tras lo invisible,
bajo un pegote de óleo
y toques de espátula.
Lo bello es tan efímero
como los suspiros
después del orgasmo.
Perdura más en nosotros
la cobardía,
los sobresaltos,
el recelo,
el temor
y la vergüenza.
Y yo me pregunto:
¿A qué esperamos para levar anclas
y liberarnos de este miedo al fracaso?
Mi alma,
mi amor,
mis versos
y mis manos
como epílogo de mis sueños.
Rebuscando
en el cajón de los calcetines
encontré en una esquina,
dobladita con mucho cuidado,
lo que me quedaba de vida.
La tenía guardada
para el día
que mereciera la pena sacarla fuera
y vestirme con ella.
Al desdoblarla,
dos lágrimas brotaron de mis ojos
y la reflexión difusa del recuerdo
inundó de luz mi habitación.
Cuánto tiempo perdido
temiendo lo que se escondía
detrás de la última pincelada
de tantas historias
que me negué a continuar
… por si tenían un final
que me hiciera daño.
Cuántas veces dejé escapar
la posibilidad de ser feliz
por miedo
a tan siquiera intentarlo.
“¡Vive joder, vive!”
Resuena en mis oídos
mientras abandono mi cuerpo
y recorro los paisajes
de un ayer,
de un sueño de verano,
cargado de una inusitada belleza impresionista.
Y me río al pensar
que alguna vez
pude sentir pánico
a abrazar sus colores,
a mezclar los tonos que contenían
e inventar imposibles
que dotaran de sentido
la mediocre luz de los días
que había convertido
el blanco de mi lienzo.
Ahora,
me prometo a mí mismo,
que voy a partirme el pecho
hasta desgastar
la vida que me queda
… intentando vivirla.
Y es que,
para qué sirve la vida
si no es para hacerla girones,
para perderla
en un frenesí de locura
de tanto usarla.
De qué nos vale
planchadita y triste
dentro de un cajón.
Somos víctimas de nosotros mismos.
Nadie mejor que tú
para hacerte daño
o para perdonarte
y buscar esos instantes,
ese sueño de verano,
al que llamamos vida.
-Vive, sueña, ama
… y déjate llevar.-
Se llamaba… no te olvidaré
En la radio
sonaba Sabina.
Me sorprendí
abrazado al aire
con los ojos
empapados en recuerdos,
entre las cuatro paredes
de mi habitación
y susurrando:
“y empecé esta canción
en el cuarto
donde aquella vez
te quitaba la ropa”
Se llamaba
…no te olvidaré.
De apellido jamás.
Me dejó un dormitorio
fruto de los cuentos,
hermoso,
cargado
de los ecos de su risa,
con un mar de corrientes
que siempre arribaban
a la isla de sus brazos
…pero tan vacío
como la conciencia de Dios.
Llegó
por vez primera
haciéndome reír,
con las manos tan vacías
como sus complejos,
con el pecho preparado
para cobijar mis sombras
y
mi armadura.
Llegó
con todas las respuestas
aunque yo
no tenía preguntas.
Llegó
como aprendiz
de primeras veces,
con la piel tan limpia
como la mirada de un niño.
Y mírame ahora.
Busco una puerta abierta
en este palacio de tristezas
en que se han convertido
la rutina de mis latidos.
Como duelen
los abrazos para uno
y el echar de menos
los que no le pude dar.
Como duelen
los ecos que produce
este corazón vacío
y anestesiado
cuando grita su nombre.
Te juro
que sigo buscando sus ojos
en otros cuerpos,
en otros reflejos,
en la oscuridad
de la tristeza de los espejos
y
en el olor a primavera.
Te juro
que la sigo buscando
en otras primeras veces
y
en el destino de las brisas
que acaban
en el mismo lugar
que empiezan.
Quién sabe dónde.
Se llamaba
…no te olvidaré.
De apellido jamás.
Y
te juro
que no la he olvidado.
Ahora
lloro al oír a Sabina
porque todas las canciones
llevan su nombre
y
al llorar
vuelvo a verla
y
el viento del pasado
despeina mi boca
dibujándome una sonrisa.
Alzo la mirada al cielo
y
brindo por la vida
que pasamos juntos.
¡Vuelve!
¡Vuelve!
¡Vuelve!
Este dolor
no me deja ver
que tú
aún no te has marchado.
Qué soy yo
quien tiene que dejarte ir.
Qué habitas en mí
porque conservo tus recuerdos
tan calientes
como el café de los domingos.
Una lágrima;
una canción;
un poema
…y una historia de amor.
Y
aunque dicen
que ya no están de moda,
yo
sigo tocando mi guitarra,
componiendo canciones
y
todas ellas
…llevan tu nombre.
No huiré después del suicidio de mi alma
Poesía recitada
No huiré después del suicidio de mi alma
Hoy despedacé mi alma
a arañazos,
y mi camisa se descompuso
dejando mi pecho
desnudo
al silente frío de la noche,
que quema mi piel
en arrebatos de yertas dagas
… que me desgarran por dentro.
Sangran mis venas
fuentes de poesía
de las que estas manos,
incapaces de tocar
un solo de violín,
maman
en la oscuridad de la noche.
¿Puede esta hoguera de vanidades
de la que se nutre el mundo
ser suficiente
para calmar mi dolor?
¿Podría yo escribir
un poema
que calme este frío
que siente mi pena?
Siente este aire gélido
que parece descender
desde las estrellas
al cielo de mi boca,
a la humedad de esta lengua
que padece los desvelos
del abrigo de tus dientes.
Siente como mi aliento se desploma,
como una pesada losa
ante la pasividad de mi mirada,
y el yugo de la quietud de la noche,
que nada nos expresa,
que no me recompensa
por los desvelos sufridos
ante la imposibilidad
de sangrar versos
que se conviertan en los imposibles
que están cosidos
con los finos hilos
que aparentan mantenernos unidos
y escribir
con la tinta de mis venas
un poema
capaz de avivar la tibieza
de tus ojos cerrados
… esos ojos que apagaron la luz de mis días.
Prefiero morir desangrado
en fútiles intentos de crear
el círculo perfecto
en el que caben tantas pieles
como nombres caben en mi boca.
Boca que solo pronuncia tu nombre.
Le pedí tan poco a la vida
que me tomó por imbécil
sin ni siquiera preguntarme.
No voy a huir.
No busco más
que lo una vez imaginamos
cuando derribamos las fronteras
entre tus desengaños
y las alas de mi porvenir.
No,
no voy a huir
del frío de esta noche;
de la angustia de este paisaje;
del desnudo de esta piel
que te ama;
de los fantasmas del desencanto;
de tu manía de enterrar el amor
en una fosa común
junto a los restos de la hipocresía,
de la razón
y la costumbre.
Si hace tiempo que no me querías,
¿a qué decirme
te quiero
para no hacerme daño?
…y luego desaparecer.
Este dolor que derrama mis ojos
es fruto del incendio
del origen del tiempo
al que tuviste a bien
prenderle fuego.
Así que,
no busco excusas
para que no te vayas.
Y tú
no necesitas buscar razones
para quedarte.
Si es lo que quieres,
la puerta está abierta
…huye tras tu corazón.
Hace tiempo que lo echo en falta.
Yo no voy a huir,
(o a perseguirte)
porque solo tengo miedo
a salir corriendo.
Y es que yo
amo los imposibles,
me curan;
anestesian mi alma;
es
… como un disparo a quemarropa.
-Cada uno elige su forma de felicidad-.
No me mires con esos ojillos a través de tu pecera
Si sigues mirando así,
no te prometo nada.
Es imposible
mandar en la razón
cuando la locura
domina tus sueños.
Y
te veo ahí,
encerrada
tras el cristal,
como si fueras
un pececillo
en su pecera.
Y
te veo ahí
…enormes ojos de gata.
Tan ausente,
pensativa,
enredada
en tus diabluras.
Son esos ojos
distraídos,
como gata
con palomas
tras el cristal,
los que me vuelven
… loco de atar.
Y
no digo yo
que me hechice
su color,
me fascine
su tamaño
o
me cautive
el abanico
de sus pestañas.
Me enamora su mirada
cuando observa
distraída
el pasar del tiempo
y
no sabe que yo
la contemplo
… y pierdo la cabeza.
Me apasiona
la paz desordenada
que sus ojos de gata
refleja en el cristal
y
cómo es capaz
de organizar
y
dar sentido
a la caótica luz
que ilumina mi cielo.
Me seduce
el nacer de los eclipses,
cuando nuestros ojos
se encuentran
y
pierden la razón
… de los sentidos.
Y
me recorren escalofríos
tan adentro,
que me doy cuenta
cómo ella
me hace el amor
con la mirada,
cómo nuestros ojos
desnudos
son la única verdad.
Es imposible
disfrazar la pasión
con traje de indolencia.
Esos ojos
que hipnotizan mi conciencia,
esos ojos
donde se funden
alma
y
carne
me susurran al oído
que quieren mostrarme
cómo me miran.
Porque
no son los ojos
sino las miradas,
lo que de ti
… más me enamora.
Esos ojitos
de gata enamorada
tras la ventana.
Esos ojillos,
sí
que saben hablar,
sí
que saben gritar,
y
proclamar a los cuatro vientos
lo que el corazón
parece no entender
o
impide liberar
a la gata
que se esconde
… detrás del espejo.
No me mires
con esos ojillos
a través de tu pecera
si no es
para hablar con los silencios
al cruzar nuestras miradas
de cerca,
pegados,
fundidos
en un abrazo
y
que nuestros ojos callen
mientras hablamos
… con la piel.
La paradoja de la vida
La vida,
¡Ay la vida!
Esa mentira
que te atrapa
entre sus garras
y
te despedaza.
Te convierte
en girones de sueños,
en harapos de hábitos
que disfrazan identidades,
en mañanas
… que nunca llegan.
Vida
con tantas idas
y
venidas
como mareas
tiene el mar.
Un mar
que se traga la edad,
que ahoga
la infantil inocencia
y
asesina los sueños
que alguna vez
creíste realidad.
Así,
así es la vida
que sentencia
sin juicio previo
y
castiga con la mayor
de las condenas
… el olvido.
Y,
mientras tanto,
yo
maldigo mi existencia
tratando de poner
barreras a las olas
que disipan tu rostro
del álbum dormido
de mis ayeres.
¡Ay la vida!
Que,
a veces,
fingió dármelo todo
sin pedir
nada a cambio.
Y
ahora la vida,
en su última marea,
quema mis ojos
con la sal de sus aguas.
Y
me hace tanto daño.
Mi garganta
se ahoga
con la fuerza de las olas
que rompen
en el almacén de mi niñez
haciendo tan confusas
las huellas del camino
como los sueños
del beodo
en que me he convertido.
¡Ay vida!
¡Ay vida!
Por qué
esta cruel paradoja
se instala en tu nombre;
si tu único objetivo
es la muerte.
Muerte
del cuerpo
y el ama;
muerte
de la razón
y el cuerpo.
Pero
una cosa
sí que te advierto,
vida.
Voy a plantarte cara
si estás pensando
que con un simple tsunami
serás capaz
de recuperar aquello
que una vez
fingiste regalarme.
Vas a necesitar
que las fuerzas de la naturaleza
se aúnan
y
se conviertan
en desastres,
si pretendes doblegar
… a este loco soñador.
Aquí te espero
¿Cómo se finge la vida?
¿Cómo aparentar que el mar de tus recuerdos
no me arrastra con el oleaje de unas manos
que ya no me acarician?
Y me ahogo entre la sal de mis llantos
y la espuma de tu memoria.
¿Cómo pretender que el sol despierte por el este cada mañana
y se acueste al remanso de tus aguas por el oeste?
¿Cómo se finge la vida
…después de ti?
Pronuncié tantas veces tu nombre
para evitar que la vida te abandonara,
que me perdí dentro de mí al sentirme desamparado
por lo único que me importaba.
Te convertiste en sombras invisibles que pasean por nuestra calle,
por la esquina que lleva tu nombre.
Te espero,
sintiendo que no perdí las ganas de aquella primera vez,
cuando cruzaste la esquina
y el cielo enmudeció para oír tus pasos.
Te espero como quien sabe que,
tras un par de parpadeos,
tu silueta recortará la postal frente a mis ojos
y una sonrisa bobalicona someterá mi cara.
Me convertí en una imagen anclada en la esquina
donde una vez volaron besos;
en una tormenta incrustada en la mirada;
en un corazón lleno de llagas;
en una pena vestida de sonrisas
que no dicen nada.
La herida de la que mana mi poesía
es mortal de necesidad.
Es por eso que le permito dormir a mi lado,
en la oscuridad de mis días eternos,
para que me lleve
… cuando quiera.
Y aquí espero,
te espero,
a sabiendas que no abrirán las puertas del cielo
y sin importar que lluevan versos
que me calen hasta los huesos;
te espero inventando sueños
que no caben en un libro
por no existir palabras
ni verbos
ni adjetivos
que puedan expresar lo que siento.
Cómo se finge la vida
si es la muerte lo que quiero
...aquí te espero.
Te esperaré entre melancolías
Apareciste, de repente, vestida de melancolía.
Parecía como si estuvieras en un columpio suspendido de las ramas de la tristeza,
esperando a que el vaivén de su balanceo te diera alas
para desdibujar el reflejo desnudo que cortaba el aire.
Apareciste, de repente, con las penas ya enquistadas bajo un manto de musgo
que bañaba las orillas de una vida malgastada.
Creías que el alma y el corazón se te morían con cada aliento
y no quisiste aceptar el duelo que maquillara tus rasgaduras.
Enterraste el amor que murió en otros brazos
… que no te pertenecían.
Te sentías tan sola que te aferrabas a tu propia sombra
para no perder la cordura.
La soledad es eso.
Un espejo en la marisma de aguas descalzas que corren por entre las penas
y reflejan la puta verdad de que todo eso que siempre fue,
realmente, nunca fue nada.
Apareciste, de repente, para golpear mi vida
y perderme en la locura de tus abismos de pequeñas pausas,
en las que enciendo candelas que sofocan en la noche
el negro del desconsuelo para evitar que las sombras del olvido
se apoderen de lo único que nos queda.
Porque hubo una parte de mí que siempre sintió tristeza;
que no perdonó que le amputaran los sentimientos
para jugar al quiero y no puedo;
una parte que, aunque a veces se partiera de risa,
notaba el hueco extirpado que le habían dejado dentro.
Y apareciste, de repente, y sin saberlo, para verter tus aguas en el vacío de mi pecho.
Y con una bofetada de realidad, la más absurda de las realidades,
extrapolaste la rabia que enraizaba mi corazón,
transformándola en cuidados paliativos para sanar mis rotos,
con la esperanza de poder cicatrizar
… junto a los tuyos.
Ya sabemos cuánto duele el amor.
¿Por qué no probar su placer?
Me provocas un deseo irrefrenable de gritarte,
¡de gritarte bien fuerte para que levantes tu cabeza y me mires a los ojos!
Gritarte para exhalar amor en mi aliento
y que respires la pureza de mis aires,
la dulzura de mis vientos
y la calidez de unos brazos capaces de ofrecer el impulso necesario
para que alces el vuelo y hacer pedazos la melancolía que satura tus espacios.
Que el espejo quede sin reflejo.
Apareciste, de repente, para hechizarme en tu hermoso mundo;
porque gracias a ti descubrí que en un pecho rebosante de tristeza
todavía queda espacio para cobijar amor.
Nosotros sabemos qué significa la soledad y la necesidad de ti,
de conocerte, de aceptarte, de saber que la vales la pena por el simple hecho
… de ser tú.
Apareciste, de repente, y me regalaste sentir como nunca antes había sentido.
Ahora, yo te esperaré en el paréntesis perfecto entre tu melancolía y la mía,
para que el día que levantes la mirada y alces el vuelo,
la brisa te traiga hasta el aguacero de mis brazos.
Empaparte de caricias.
No te haces una idea de cuánto necesito que nuestros cuerpos
se fundan como olas en la marejada.
Y es que te abrazaría de mil formas
… aún no inventadas.
Entre lo real y lo absurdo
Equilibrio perfecto
entre lo real
y
lo absurdo.
Refinadas geometrías
de lo natural
enmarcan los pensamientos
de una mujer
que nace
en la abstracta sintonía
de paisajes inventados,
donde el cielo
se funde
y
se confunde
al mecer su cabello
con un sendero
de espigas doradas,
mientras sus ojos
recuestan sus pestañas
con ataduras
de primeras nupcias.
¡Qué dulce se descubren
sus ojillos desdibujados!
Caminito dorado
que me lleva
a la cima de mis sueños
para acabar besando
la sal de sus orillas
y
perderme entre sus aguas
en un barquito velero.
Es lo abstracto
de esta travesía;
los trayectos
que desconozco;
las sendas
aún no abiertas;
el rumbo
desconocido para mi brújula
… la que inspira
el sueño
de este funambulista loco
por conocer
qué se esconde
tras esos balcones cerrados.
Sin miedo
a morir en el intento,
en equilibrio perfecto
entre lo real
y
lo absurdo,
me adentro en su voluntad
por el camino más corto,
esa línea recta
que aúnan nuestros sueños.
Pasito a pasito,
como buen acróbata,
cruzo la cuerda
hasta llegar
al fondo de sus sentires
y
violar el juicio de la razón,
donde lo conceptual
y
lo real se convierten
en un mundo nuevo.
Será allí
donde se rompan las ataduras
y
lo que la mente
no comprende
sea traducido
por nuestros corazones
a la universal
lengua del amor.
-Bienvenida a mis sueños-.
Flor del jardín de los poetas
Hoy
arranqué tu flor
del jardín de los poetas
y,
tras el crujir de su tallo,
sus pétalos lloraron versos.
Morir
debería estar prohibido
para aquellos
que cultivaron la poesía.
¿Acaso captar
las verdades absolutas
que se enmarañan
en lo cotidiano de la mentira
y
vestirlas con metáforas
y
alusiones
no es digno
de un ser superior?
¿Podrán acaso
morir los dioses
y
las diosas?
¿Podrá acaso
morir la memoria?
Hoy
arranqué tu flor
del jardín de los poetas
y
se calcinaron las quimeras
arraigadas
en cada estrofa
que ondeaba al viento
en un lechoso mar de suspiros.
Si mis manos se atreven
a tocar otra flor
del jardín de los poetas
merecería yo
… la muerte.
Porque no existe
en este mundo
flor como tú.
Porque el olor de tus pétalos
desprende
cascadas de intenciones;
porque tu tallo
se estremece
al roce de unos dedos
sin miedo
a romperse en sus espinas;
porque en tu copa
se entremezclan
el azúcar de tu néctar
con el jugo de los deseos.
Hoy
arranqué tu flor
del jardín de los poetas
y
comprendí que la vida
era algo más
… que existir.
Encontré la belleza
de unos versos
que pregonan amor
con tan solo
una mirada.
Encontré las rimas
más incoherentes
en palabras inventadas.
Encontré la lírica,
la épica
y
el drama
en tus raíces
enredadas.
Hoy
encontré la belleza
de la poesía
… en una simple flor.
Mujer Florero
Hoy he soñado, otra vez, con tu rostro esculpido entre rosas y ríos
que se desbordan anunciando lágrimas capaces de cincelar un epitafio en mi pecho.
Vestía un sombrío traje negro con olor a duelo, esquelas e insomnios
para esperarte en medio de la calle donde la lluvia daba de beber
a las rosas blancas que brotaban de tu cabello.
Mujer florero.
Cierro los ojos para poder verte mejor.
A veces imagino que tu sonrisa volverá a pellizcarme el estómago
y azotará mi corazón con ritmos descompasados.
Imagino que volveremos a llorar viendo una película, tumbados en el sofá,
y acabaremos preguntándonos
-qué ha pasado-
porque se nos olvidó abrir los ojos y cerrar los labios.
Con los ojos cerrados puedo sentir mi espalda cargada de tus huellas
y una autopista de caricias sin límite de velocidad ni peajes
y un área de servicio en cada intersección de tu cuerpo.
Eras el singular sinónimo de la palabra libertad;
voluntad propia para saciar nuestros apetitos;
un puente hacia cualquier parte con última parada:
tu cama.
A veces, muchas veces, casi siempre pienso en ti
y es que tus aromas aún perduran en nuestra almohada, mujer florero.
Si querer así es estar loco, yo no creo en la cordura
porque ahora que te has ido he vuelto a creer en el amor.
Sé que tu intención no era matarme poquito a poco
sin embargo me has dejado una cicatriz aquí, a la altura donde reposabas tu cabeza;
y dejé marchar mi sangre con la fuerza de un diluvio,
de la que surgió la poesía que acabó enredándose entre los pliegues de mi piel,
como lo hace el humo del cigarro entre los mechones de mi pelo,
y todo, todo se volvió tan frío como en la otra orilla.
Nadie me dijo que tenía que aprender a amar para perderte tan pronto.
A veces sueño con tus ojos tristes antes de decirme adiós para siempre;
y las estrellas explotan en el centro de nuestra galaxia
como revientan los recuerdos que encerramos en botellas de cristal
y que el mar me devuelve una y otra vez, una y otra vez… cuando intento hundirlos.
Y un ejército de besos en medio de esta tormenta, con los ojos cerrados y las ganas limpias,
un ejército de besos rebosa versos inconclusos que estos labios,
casi cicatrizados por el dolor de tu ausencia,
estos labios que llevan tu nombre pegado en las comisuras,
estos labios ya no son capaces de articular una palabra.
Apenas tengo fuerza ni para sentir dolor.
Me gustaría dejar de quererte, mujer florero.
Sin embargo, mañana cuando despierte volveré a ser el hombre más afortunado
si tu recuerdo vuelve a visitarme, si tus flores perfuman mis aires,
si tus ojos cerrados me buscan y nuestras bocas, aunque sea en sueños,
vuelven a derramar ríos de gloria que sacien nuestra sed de amor.
Ya te estoy imaginando
…y aún estoy despierto.
Lejos del olvido
Imagina que
detrás de este poema
hay un nombre,
el tuyo,
el mío,
…uno cualquiera
que sabes
está lejos del olvido.
Ese salvavidas que fue
y sin embargo hoy es
como una bala en tu cabeza.
Algo más que una metáfora
y deseas que,
lo que duele,
desaparezca de tu vida.
Pero, imagina que
en la autopsia de lo absurdo
aparece ese nombre
cargado de espinas
y lo abrazas fuerte
hasta acostumbrarte al dolor
y convertirlo en caricias.
Imagina que yo
aún no te he olvidado.
Que mis manos huelen a ti;
que en el espejo del baño
aparece tu nombre con el vaho;
que busco tus abrazos
cuando cierro los ojos
y me giro en la cama.
Imagina que me partí el pecho
para buscarte dentro de mí
… y no estabas.
Imagina cuánto llegué
a temer al olvido,
temer al miedo
por el simple hecho
de no poder
encontrarte en mi vida.
Y quise saltar al vacío
del centro de nuestro Universo
para perder la memoria
y dejar de sentir esa angustia
que me partía en dos.
La parte tuya
que ya no habitaba en mí,
… o eso creía.
Y fuiste,
de repente,
compañía en mis sueños.
No supe más que imaginarte
para que tu olvido
no estallara
en el desierto
de estos ojos negros.
Y cuando te pienso,
se enhebran los colores
por entre las agujas
que cosen
mis carnes abiertas.
Lejos del olvido,
he sembrado
un bosque de colores
con los recuerdos
de aquel día
en que me dijiste
… te quiero
y, como desde entonces,
no dejaste de decirlo
nunca más.
Y eso,
eso,
queda lejos del olvido.
De mi olvido.
He sembrado
un bosque de experiencias
arrastradas
por la corriente
de nuestras intenciones,
como el agua
que fluye por el río
tras nacer en la montaña
atesorando momentos
y colores en su curso
hasta morir en el mar.
Como esa linda melena
que saciaba el calor
y la sed de mis manos
en tu cintura
con el abanico de tu andar
sobre la espalda.
Como la narcótica primavera
que espera la llegada del Narciso
para florecer junto a él
entre el brillo de sus amarillos
y el filo de sus trompetas,
entre el delirio de su belleza
y el monte de su perfume.
He sembrado una vida,
entre torbellinos de tintes
y pinceles,
porque la vida sin ti
… solo son días.
Evocarte al olvido es
como un libro de poesía
con las páginas en blanco;
como querer borrar del camino
tus huellas junto a las mías.
Creí que quería olvidarte
sin darme cuenta que
es imposible morir
conteniendo la respiración.
Cómo poder olvidarte
si estás dentro de este corazón
que no se deja someter
y bombea tu nombre
ochenta veces por minuto.
Qué sabe mi cabeza de olvidos
si te quise ayer,
te quiero hoy
y voy a echarte de menos
el resto de mi vida.
Te prometo que
vestiré nuestros recuerdos
con lienzos de colores
… lejos del olvido.
La primavera de nuestros besos
Cuando llegue la primavera,
voy a abrazarla tan fuerte
que ni el olor de las rosas
quedará indemne
de tanto quererla.
Será como el primer amor,
que nunca se olvida,
ese chocolate
que rompe los esquemas
de todos los sabores
que conocías,
de ese beso,
el primer beso,
… siempre será el primero.
Besitos de chocolate,
que en la más tonta de las inocencias
dejamos ir
para jamás
volver a recuperarlo.
Cuando llegue la primavera
vestida en el rojo de tus labios,
y se pose sobre la comisura de mi boca,
todas aquellas
reminiscencias del pasado,
amor,
chocolate
y besos,
explotarán
en la desembocadura
de mi lengua.
Así que, no creas
que ahora que te he encontrado,
ahora que han vuelto a mí
los aires de la niñez,
no creas que te dejaré ir
tan fácilmente.
Esta mirada que ondea
en el faro de mi conciencia,
esta mirada sedienta
de ese amor que pensé
no volvería a sentir,
desvela la locura
de mis sueños
al poder recuperar
el sabor de aquel primer beso,
… mordisquitos de chocolate;
el desvarío
de aquel primer amor;
la inocencia
de aquellas manos sonrojadas
por un simple roce.
Por eso tengo que confesarte
que cuando llega a mí
la primavera de tus labios
y me abrazo a ella
con la inocencia de los niños,
puedo percibir
cómo los tejidos de nuestras bocas
cubren las ruinas
de los palacios de cristal
que construimos
en constantes naufragios
de navíos sin puertos;
de almas oprimidas
nacidas en jaulas de cegueras
e incómodos silencios;
de miradas convexas
enfrentadas a
horizontes cóncavos.
Yo no quiero que mi vida
gire en torbellinos de recuerdos
que desbaraten
mi aletargada memoria.
No quiero que lo nuestro
se base en recuerdos
porque los recuerdos
no son más que eso,
… recuerdos.
Nada comparado
con lo que tú me ofreces.
Esa forma de leer mis besos
con tus labios,
de escribir mis versos
en el lienzo de tu piel,
de inventar aventuras una noche
y que duren para siempre. Nada comparado
a la magia de tus encantos
que consiguen la materialización
de lo efímero en un constante latido
… de vida sempiterna.
Cerrado por defunción
Mi vida es
estas puertas cerradas.
No sé qué decir.
He llorado
tantos versos
en esta vida
-mi existencia-
que las bisagras de mi alegría
parecen estar oxidadas,
… aprender a perder.
Y juro que aprendí.
Hoy
sobran los suspiros.
Ya
nada volverá
a ser lo mismo.
El asedio
de las lenguas de sable
ha cerrado las puertas
de aquello
que una vez fui.
Y
dándome la espalda
me dijiste
que me quedara
a habitar en tus ruinas
pero
no te diste cuenta
que mi piel
ya
pertenecía a otra tierra;
que mi vino
ya
no tenía color
ni calentaba
este cuerpo roto
y
que la fachada que ves
está
llena de remiendos
que disimulo,
como los desconchados
en los muros
llenos de enredaderas,
con un traje
de finas sonrisas.
Y
es cuando
el abismo en el espejo
me empuja
hacia la mentira
más desaforada.
El rojo
queda anclado.
La barrica
yace
entre lamentos
y deseos
y su aliento
ya
no oxigena
ni ofrece aromas.
Hoy
la poesía
queda huérfana de padre.
Uno
de tantos proxenetas
de tinta fácil
que vende
a sus putas impresas
a precio de saldo.
Hoy
tan solo
vestirán de luto
los lamentos de mi penitencia
ya que,
con certeza,
a nadie más
le importará mi muerte.
Con el tiempo
todo
vuelve a su lugar,
me dijeron
tantas veces
como quisieron mentirme;
y ahora
que el puzle se acaba,
reconozco
que
todo lo que fui
ha sido
una vida prestada.
Que mi destino,
en el que no creo,
ya
había tallado
un ataúd para mí.
Que mi lugar,
al que vuelvo,
no era este parnaso.
Hoy
lo tengo claro.
Es por eso
que mis letras
han cerrado
por defunción.
Porque ya,
no me motivan
las balas
que perforan mi espalda,
ni el frío acero
que amputa,
de un solo tajo,
todo rastro de esperanza.
Hoy
el poeta
se ha cansado de luchar.
Hoy
el poeta
ha puesto el cartel
de cerrado
por defunción.
Hoy
el poeta
… ha muerto.
-Hoy quiero llorar por méritos propios-
Sofoco de mi carne
Se presentan las mañanas
ocultas
entre aromas de violetas,
dama de noche
y el techo gris
de la amarga melancolía,
la que sobrevuelo,
en un batir de pestañas,
surcando
las hogueras
que iluminan
tus ventanas.
Sofoco de mi carne.
Y
aparece
el frío azul
entre tú
y mis ganas,
donde me sumerjo
a tomar
un baño de flores
que tiñen el cielo
en tonos
frambuesa
y oro.
Qué lejos queda
la belleza del Sol
que aviva
las llamas
que alguna vez
cegaron mis ojos
al reflejo
de tus pechos.
La hermosura
de la lírica
compuesta
al roce de tus costillas.
Sofoco de mi carne.
Qué lejos tu luz
y la magia de tus besos.
Desde la antagónica orilla
que nos desintegra,
mis ojos,
afluentes del mar
que nos separa,
lloran la sal
que adereza
el poético recuerdo
de tu boca.
Y es que
me besaste
con tanta poesía
que mis labios
se convirtieron
en versos
para ti.
Voy a arrancarme la piel
Cómo deshacerse del amor
cuando ha llamado a mi puerta.
Pero no creas que hablo
del amor vulgar
que se siente
hacia otra persona.
No, qué va.
Hablo del amor verdadero.
Ese que encuentras
cuando al doblar una esquina
te das de bruces con él
dándote una hostia
imposible de olvidar.
Y allí estás tú.
Encontrándote a ti mismo.
Amándote
como nadie más te amó.
Cómo deshacerse del amor
cuando ha llamado a mi puerta.
Cómo deshacerse
de lo que eres.
Y no ha sido tan difícil
cambiar las reglas,
derivar las corrientes
que levantan
las faldas de lo ajeno
para darme cuenta
que a mí también
me gustan las flores.
Hoy saqué del armario
mi mejor vestido,
un ramillete de valentía
y una maleta
cargada de miedos.
Qué difícil de conjugar.
Ojalá vieras
correr mi rímel
por la tristeza del silencio
que corrompe
las voces de la muchedumbre
que quiebran sus cuellos
al verme pasar.
¡Damas y caballeros
bienvenidos al show
del circo de los horrores!
donde todo huele
a holocausto caníbal.
Y solo mis ojos
responden
a sus mudas palabras.
El daño
que intentas infringirme
lo dice todo de ti.
Mi piel es
el disfraz
que esconde
mi verdadero yo.
Una bala en la recámara.
Voy a arrancarme la piel.
Soy dos personas
en un suspiro,
un cuerpo
para dos arrugas
en las líneas de mis ojos
y una mentira
que nadie recuerda.
Solo cinco segundos
son suficientes
para decidir
lo que ya tenía claro,
aunque yo,
ni siquiera lo sabía.
Cómo deshacerse del amor
cuando ha llamado a mi puerta.
No.
Le pongo morritos
…y me vuelvo a enamorar.
Quiero ahogar al tiempo
Hoy me cansé de todo.
Sí, dije bien.
De todo.
De ese diablo
que maneja los hilos
que nos mueven a su antojo,
prohibiéndonos mirar atrás.
Cansado de las largas miserias
de los canallas que asfixian,
con sus largas manos,
nuestros enjutos cuellos
mientras alzamos el puño al cielo
sin siquiera quebrar
nuestras voces en llantos.
Hoy me cansé de todo.
Sí, dije bien.
De todo.
Porque todo viene marcado
por el ritmo cansino
del patético caminar
de las manecillas del tiempo.
Con la nobleza del sufrimiento
que viste una corona de espinos.
Qué importa los ropajes que vista.
Hoy me cansé de todo
y lo único que quiero
es gritar,
¡gritar,
gritar,
gritar,
y gritar!
hasta que mi voz sangre
en los oídos del ayer.
Ya no aguanto más;
quiero ahogar al tiempo
y que las agujas del reloj
zurzan los rotos de este corazón.
¡Hostias! como duelen
los latidos en mi pecho
que bombea sangre
a ritmos descompasados.
¡Maldito seas!
No eres digno de ser
quien gobierne mis desvelos.
Cerraré los ojos
y me hundiré en el lecho
del mar de tu podredumbre
hasta que no quede ni un ápice
de tu existencia en este corazón;
en esta memoria
que solo engendra dolor.
Hoy me cansé de todo.
Sí, dije bien.
De todo.
Quiero ahogar al tiempo
hasta que el prodigio de los olvidos
salga a flote en su último aliento
para luego perecer entre mis brazos;
en amnesias vestidas de luto.
Y es por eso que voy a asesinar al tiempo.
Para encarcelar mi alma
dentro de un poema
que juegue con la paradoja
de la eternidad y el tiempo.
Será eterno.
Sin tiempo
que premie su carencia
y lo ahogue en las aguas
del mar de la desmemoria.
Sin paréntesis,
sin prisas,
sin cadenas que marquen
los ritmos de la esclavitud moderna.
Hoy me cansé de ver al reloj
como a un adversario contra quien luchar.
Le daré caza con su misma indolencia,
y es que,
…quien a tiempo mata a tiempo muere.
El arquero frente al espejo
Salir del espejo
gritando
versos despeinados
que carecen de reflejos
al padecer el influjo
de una luna sin luz,
errante,
en noches tan largas
que desconciertan los días.
Tengo
un sentimiento apócrifo,
una pecera sin peces
y una manzana
...sin arquero.
Un vacío.
Una falta.
Una necesidad
de encontrar mi objetivo.
Poner el ojo en la diana
y cortar el viento
con la punta de una flecha;
que silba
cuando destroza
los pedazos de las almas
que atraviesa en su camino.
Yo no quiero
anidar entre tus muslos
si tú perteneces
al lado diestro del espejo.
Es estúpido
librar batallas
con epitafios
ya programados.
Yo me encuentro
a la siniestra del cristal,
donde la luz
refleja la pureza
de tu piel desnuda.
Donde las caricias
... no callan.
Pertenezco
a ese mundo de cuentos
donde el arquero
atraviesa la manzana,
porque el amor
todo lo puede.
Vivo detrás del espejo
anhelando
que un rayo de luz
entre por la ventana
y se clave,
como una flecha,
... directa al corazón.
Que refleje
las letras invertidas
de mis despeinados versos;
que ilumine
el fondo de la pecera
para hacerte ver
que no estaba vacía;
que descubra
la manzana sobre la cabeza.
Y que el arquero
no tenga dudas
de que todo,
¡todo!
es posible
cuando
ojo y corazón
están
en el mismo bando.
Vivo entre sueños,
tras el cristal,
esperando que
el arquero frente al espejo
sea
el reflejo discrepante
que evidencie
que la imagen
que esperaba ver
era
mi propia imagen.
-Vidas paralelas-.
No quiero ser mariposa porque alguien me lo diga
La miré de cerca,
tan detenidamente
como se miran las cosas
que generan dudas.
Tan de cerca
que pude penetrar
a través de su aliento
hasta el pozo
de sus pensamientos.
Y jugué
con la naturaleza muerta
de los bodegones
que algún pintor
dejó impresa
en los bolsillos del tiempo.
Tracé al carbón,
con soplos de nostalgia,
los pliegues de mi piel,
la luz de mi mirada
y los lamentos
de mi incertidumbre.
Déjame ser feliz
con mi propia esencia
o, simplemente,
déjame ser;
porque
me encuentro
en la encrucijada
de aun siendo
no ser nada.
Y me dicen
que si pudiera,
que si fuera,
que debiera,
ser
como esa mariposa,
tan hermosa,
como la flor
del estramonio.
Y sin probar
el jugo de su evidencia
supe que era
puro veneno.
Y, aún así,
me enamoré de sus alas.
Pero yo,
yo no quiero
ser mariposa
porque alguien
me lo diga.
Para qué
poseer su hermosura
si se volverá invisible
a mis ojos
golpeándome,
tan solo,
en los reflejos
de cristales cerrados
que enmarcan paisajes
imposibles de alcanzar.
Yo no quiero
ser un lindo reflejo
si con ello
la huella de mi humildad
será un fósil pétreo
en la vitrina de tu orgullo.
Déjame
enamorarme
de la belleza
de la mariposa,
deja
que me seduzcan
sus colores,
deja
que sus alas
decoren mis espacios,
mientras danza
con la brisa de la tarde.
Pero no me obligues
a ser mariposa
si yo
no envidio su apariencia,
si yo
me siento monocromático,
si yo
ya perdí mis alas
en el vagar de tu mirada.
Permíteme
ser
lo que sea que soy
pues
aun sin ser tu deseo
soy
lo que sueño.
Soy
lo que me rodea
y lo más importante,
soy
mi propio dueño.
Ya lo dijo Ortega y Gasset:
"Yo soy yo y mis circunstancias"
No eres tú, soy yo… y otras excusas
Tú y yo
éramos
como
molino sin viento,
como
nube sin lluvia,
como
flor sin olor
o reloj sin tiempo.
Éramos
partes inconexas
del amor.
No llores
mi niña
que tus lágrimas
marchitan
de la naturaleza
los colores
y tu carita
se convierte
en paleta de pintores
que deja al mundo
con tintes ceniza.
...No me llores más.
En tu llanto
has atrapado
el azul del mar
salpicado de blanca espuma,
de cielo sereno,
de río y bruma.
El rojo de las rosas
que en tus labios reventones
parecen el vuelo
de alegres mariposas,
que sueñan una vida,
entre suspiros,
de niñas mimosas.
Los verdes del campo
se reflejan en tus cachetes,
todas las gamas alumbran
imposibles coloretes,
que más bien parecen
los campos de Andalucía
cuando florecen.
Porque se llenan
de color y armonía,
de vida,
de raza,
de belleza
y agua fría.
De naturaleza
robada a los días.
… No llores más preciosa mía.
Que esto que sientes
no es pena ni alegría
son tan solo los temores
a vivir una vida vacía,
cuando ya has conocido
el manantial que nutría
de fantasía,
la cadencia de mis te quiero,
que se tornan,
en positiva resiliencia,
al olvido de tus miedos.
Es por eso, mi niña,
que no quiero que llores
si de ti me alejo,
porque esos ojos
que ahora parecen tristes
me enseñaron
la gama de color que existe.
En cada estrofa mía,
de cada verso tuyo,
aprendimos a extraer
el ritmo de lo inerte,
el color de las sombras,
el sonido del silencio
y el olor de lo ausente.
Hicimos realidad lo imposible
e inventamos
otra forma de quererse;
…mucho y mal, la nuestra.
Es por eso, vida mía,
que llorar no puedo verte
porque arrastras en tu pena
los colores de esta vida
que ya es bastante triste
como para ahogarla
con tonos rotos,
en miserables grises,
en cielo sin luna
o en sonrisa muerta
en tu rostro
de porcelana fina.
No eres tú, mi niña,
soy yo quien no te merece,
tú
lo has dado todo
yo
…solo a veces.
Perdona
si no te gusta esta excusa.
Tengo otras.
Estupideces.
-Anda niña, sonríe.-
Yo mo perdí una pluma
He perdido
parte de mi ser.
No me preguntes
qué ha sido
porque yo
tampoco lo sé.
No es
como si un águila
dejase olvidada
una de sus valiosas plumas
sobre las ramas de un cedro.
Aún así,
seguiría siendo un águila.
No es
como el árbol
que desecha
sus frutos maduros.
Aún así,
seguiría siendo un árbol.
He perdido
ese algo
que es etéreo,
incorpóreo
e intransferible,
…como si fuera la dignidad.
No, no digo
que sea eso
lo que me falte.
Aunque no lo sé.
Tengo un diálogo interno
con las hogueras
de mis inseguridades.
Huele a chamusquina
enmascarada de patrañas
que me impulsa a indagar.
He preguntado
a las ondas de agua
que se forman
en los charcos de lluvia,
donde los lamentos ajenos
van a parar
…y se rieron de mí.
Así que
vago por el mundo
como un borracho
que sabe que
todavía
podría tomar
unos tragos más.
Perdido.
Y me ahogo
en un pozo de dudas
en un mar de interrogantes
al no saber
qué coño me falta.
¿Por qué me consume esta sensación de fragilidad?
Me asomo
al acantilado de tus imaginarios
y grito,
vocifero,
me desgañito,
tan fuerte como puedo
¡¿Qué me está pasando?!
Y se rompen
los ecos de mis silencios
contra muros de cristal.
El tiempo
está lleno de gusanos
que mordisquean
la manzana de Adán y Eva
…y Dios nos castiga a nosotros.
Tengo
tantas cicatrices
en mi alma
y mi corazón
que mi carne
se está resquebrajando
desde dentro.
Ahora,
mi piel
es como un mapamundi,
una representación cartográfica
de todos,
todos,
…todos
los errores que cometí
hasta llegar
a este punto
en el que he perdido
ese algo
que hace replantearme
los principios
de la teoría celular,
…no me siento materia viva.
Porque yo
no he perdido
una pluma
que no me impide volar.
Y cada día
me pregunto,
¿qué me está pasando?
Si alguna vez
volé,
soñé
o tuve la sensación
de ser libre,
tal vez
fuera un espejismo
sobre el cúmulo de dudas
que forjan
este desierto de autoengaños
al que llaman vivir,
…pero yo, créeme, no lo sé.
¿Quién pasea a quién?
Atravieso las pálidas sombras
que muestran este paisaje
y me posee
el éxtasis de la melancolía;
una autopista de miradas sin peaje;
de turbias mañanas
donde el dónde
no se encuentra
y cuando el cuándo
ya ha terminado.
Y me pregunto,
en esta vida,
¿quién pasea a quién?
¿El amo a la conciencia?
¿El perro a la obediencia?
¿La sombra a la paciencia?
Dime tú,
¿quién pasea a quién?
Son interrogaciones
que van de la mano
y no conocen respuesta.
No conocen
otra forma de existencia más
que la propia coexistencia.
¿Quién pasea a quién?
Como los paisajes de primavera
que ahogan el color de las flores
bajo un remolino de sol
que te ciega y confunde,
. . . como la vida,
en la que me siento
como lo más tonto
intentando acariciar
la latitud del tiempo
para doblegar
los grados,
minutos
y segundos.
Porque,
¿quién pasea a quién?
Si este paisaje de fantasía
mezcla
realidades de infancia
con sueños de madurez.
¡Joder, que batiburrillo de sensaciones
que me hacen enloquecer!
Y es que te pregunto,
una y otra vez,
¿Quién pasea a quién?
Es como querer inventar
la máquina del tiempo
con un movimiento sempiterno
de aleteo de libélulas;
con el soplar de los vientos
que se encuentran
en los cruces de caminos;
con la ausencia
de rima en estos versos;
con la chulesca actitud prosaica
de mi intento de poesía,
…donde encontré
una bocanada de aire fresco
para gritar
a este confuso mundo,
¿Quién pasea a quién?
Quién acompaña mis pasos
en la soledad de tu presencia.
Si muero en tu eterna vida,
si vivo en tu eterna duda.
El olvido de las cosas
ya se acerca
y la silueta
de la joven y el perro,
o del perro y la joven,
me hacen dudar
de la veracidad
de lo que ven mis ojos.
Dime tú,
¿quién pasea a quién?
Hoy me siento "escacharrao"
Hoy
me siento "escacharrao"
como un coche
de esos
que acumulan veteranía
cargada de óxido.
Que,
a solas,
dialogan con el silencio
y coleccionan
ramilletes de poesía
curtidas de experiencias.
Muy cerca de mi ocaso,
sucumbo
a las raíces
que me atan
a un suelo
cubierto de musgo.
Los caminos andados
…vida, una vida,
una historia,
que no fue tan efímera.
Pero la vida es eso.
Caminos andados
bajo la luz
de unos ojos
que hoy se apagan.
La noche
va en mi pupila,
incierto anochecer del olvido
donde las arañas
tejen los rotos
de mis sueños imposibles.
Y
en las sombras
confusas del pasado
me encontrarás
entre nidos de pájaros vacíos
que descansan
en difuntas ramas
de frondosos árboles
que lapidan
los utópicos anhelos
de una vida agotada.
Occiso cadáver de mis deseos
y aspiraciones que,
como un viejo coche oxidado,
ya dio
lo mejor de sí
y que ahora
solo vive
de glorias pasadas
y candentes recuerdos
que el tiempo,
entre estaciones y fantasmas,
entre edades y patrañas,
…ese tiempo que pasa
sin siquiera saberlo
y aún así
pasa y pasa
siendo tiempo.
-Ya es hora de decir adiós-.
Ahoras
Ahora
que el cielo
se disfraza de arcoíris,
aunque
no entendió
la verdadera naturaleza
de los colores,
ahora,
me siento dueño
de mi propia esclavitud.
Ahora
que la soledad
se interrumpe
en el fondo de un paisaje
de significado ecléctico,
ahora,
los asientos de mi casa
lloran tu ausencia
por perder su significado,
como mapas
imposibles de leer.
Ahora
que el océano
deja escapar la sal
sin romper
la espuma en su orilla
y las órbitas de las gaviotas
se adentran en la mar,
ahora,
me quedan
sonrisas dormidas
a la deriva
de la inmensidad de tus anhelos.
Ahora
que mi corazón
quedó vacío
como playa en octubre
y mis manos
ciegas de enojo
por la falta de las tuyas;
ahora,
todos los ahoras
llenan los escaparates
del abismo de tus ojos.
Ahora,
…ahora,
…ahora,
mi sombra
cobija a mi alma,
que se arrastra por el suelo,
entre ecos
y rumores de las mareas,
entre hierba sin rocío
y piedras del camino;
esperando
poder guarecerse
en las huellas
que la ola de tu memoria
dejó impresa
con sal
en la orilla de mis venas.
-Como si el viento se pudiera pintar con color amor-
¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Oye,
¡óyelo!
mira como grita
el silencio
para hacer ecos metálicos;
…como choques de sables.
Oye,
¡óyelo!
son recuerdos vívidos,
de experiencias
obsoletas
que acaban oxidadas
y cubiertas
de excrementos de gaviotas.
Oye,
¡óyelo!
cómo aúllan
los fantasmas de leyendas
…que nadie recuerda.
¿Qué he hecho yo
para merecer esto?
¿Cuáles fueron los argumentos?
Porque oye,
¡óyelo si puedes!
La ventisca
arrastra por el suelo
la basura
que parecer susurrar
tonadillas de otros tiempos
…que no fueron mejores.
Y yo,
mientras tanto,
estoy cubierto
de mierda seca,
esperando
a que las nieves del invierno
se fundan
…en mi estática retentiva.
Oye,
¡óyelo!
Escucha
cómo el tiempo pasa
impasible,
imperturbable,
sin que yo
pueda hacer nada
…para evitarlo.
Corazón
de frío bronce
que llora
sombras pasadas;
corazón
homicida de recuerdos
que se pregunta:
…¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Aires de recuerdos
Soplan aires de recuerdos
que llevan
el aroma de tu cuerpo
en suspensión.
Pareciera
que fueses semilla
de diente de león
suspendida
… entre burbujas de aire.
Sobrevolando
las huellas del ayer
que nuestro rodar
dejó impresa
en senderos de albero,
bañados
por los azules
del mar y el cielo,
y que se funden
en la línea del horizonte
con la sutileza
de tu cuerpo,
desnudo,
sobre mis sábanas blancas.
Si cierro los ojos
puedo confundir
la cálida brisa
que acaricia mi rostro
con el roce de tus dedos,
como solías hacer
los últimos días
… de aquel verano.
Me acompañan
vocecitas cinceladas,
por el arrastrar
de las hojas en el suelo,
que me recuerdan
que el otoño,
ya,
está en su cuna.
Y viene cargado
de antepasados
en la memoria,
… mi niña,
porque soplan
aires de recuerdos,
abarrotados
de bandadas de pájaros
de letras impresas,
con tinta de ayer.
Vórtices de nieblas
transfiguradas
en cursis nubes,
que se adentran en mis ojillos,
para morir
en las fuentes de tu memoria,
…rotando imposibles
que siempre existen,
aunque esta herida
duela,
como de costumbre.
Y aún así,
mi niña,
el aire
huele a recuerdos,
el aire
huele a amor.
Soplan aires de recuerdos
… que azotan el corazón.
Simples miradas
Qué simples son
las miradas
que se guardan
al amparo
del arco de tus ojos.
Donde todo lo bello
parece
tan natural
como arboledas
y matorrales
...en primavera
Los abriles de tus cabellos
que se derraman
en riada de lluvia
sobre tus hombros
y tu espalda,
hasta morir
a las faldas de la ladera
de tu vientre.
Como la luz del alba
que alimenta
las raíces
de un amor enmarañado
entre tú y yo;
un nosotros que,
como hiedra trepadora,
conquista
las murallas más altas
para otear el horizonte
...vergel azul de tu mirada.
Oasis donde beber
de tus labios,
torbellinos de ambrosía
condensadas
en blancas nubes
que me llevan
al paraíso,
guiado
por las cúpulas de tus dedos
que apuntan,
directamente,
al edén.
Con dioses o placeres.
Con verdades
que forjan puentes.
Qué simples son
las miradas
cuando parten del corazón
...y acarician el alma.
Asfixia
Me asfixio.
Me falta el aire.
Los colores
han perdido sus pigmentos
y este olor
a cerrado
impregna
incluso mi piel.
Y me asfixia.
¡Me asfixio, hostias!
Déjame
abrir la ventana
que encierra
la luz afuera;
que ha robado
la tonalidad
de mis ojos.
Que ha despojado
de matices
mi mirada.
Que ha desvalijado
la vivacidad
de mi respirar
al acariciar tus pechos.
¡Ay… esa luz
herida de muerte!
que en mí
se torna vida.
Permíteme
descorrer estos cerrojos
que parecen cárcel,
para asomar
mi oprimida cabeza
ahí fuera
e inspirar
hasta dejar
sin olor las flores,
secas,
mustias
y descarnadas,
hasta recuperar
el tono
en mis mejillas
y el brillo
de mis ojos.
Legado
de una inefable belleza
tan singular
como espinosa.
Me asfixio
entre estas cuatro paredes
que llamamos mundo.
Y el cristal
de esta ventana cerrada
refleja
de forma corrosiva
y sarcástica
un bello cielo azul
con total impunidad.
Me asfixio
. . .aun estando fuera.
El abrazo a la vida
Sentí
que la vida entera
podía ser abrazada
en tan solo un recuerdo.
Como en una nota de Jazz
bien afinada de New Orleans,
con una luz que se eterniza
donde descansan
las sombras de tu boca.
Juventud
. . .que te fuiste para no volver
envuelta en finas gasas
como una flor.
La vida entera
la tome entre mis brazos
y la ceñí contra mi pecho
para extraer
el aroma
de las rosas de tu jardín,
por si aún estabas ahí.
Pero tus recuerdos
murieron en un cenicero,
de tanto esperarte.
Cigarrillos de lágrimas;
el humo
dibujaba tus cabellos.
La vida es un capricho
que juega con nosotros,
que baila nuestros ritmos
con oídos sordos;
. . .la muerte es la recompensa.
Es difícil olvidar
los destrozos
que hizo el tiempo,
es difícil olvidarlo
y que no haga daño.
Y los fantasmas
del rincón de la calle
donde entono,
con atroz dulzura,
los lamentos de músico callejero,
en mi rincón,
nuestro rincón,
el aroma a rosas
golpea
las heridas de mi alma
cayendo
al fondo del infinito
de mi destrozado corazón
y cauteriza
los tajos del filo de navaja
que fuiste tú,
mujer.
Y allí te veo
en carne de nueva flor
en este sitio vacío.
Sentí que la vida entera
podía ser abrazada
en tan solo un recuerdo.
. . .Y lo abracé.
-Como el músico callejero se aferra a su saxofón-.
¿Acaso no es fácil enamorarse?
Cómo son las cosas que,
en apariencia,
parecen sencillas.
¿Acaso no es fácil enamorarse?
Y así viene ocurriendo
desde el principio de los tiempos
. . .O eso dicen algunos.
Hágase la luz.
Y la luz quedó hecha.
Con ella vinieron los días
y las noches de tinieblas.
Hágase el firmamento y los mares.
Qué triste el mar
sin nadie en el horizonte.
Qué triste el cielo
sin ojos que enamoren.
Hágase la tierra y las plantas.
Y las espigas peinan la brisa marina.
Háganse los astros
que brillan en el firmamento,
el Sol y la Luna
cortejan a la Mar.
Las estrellas
son testigos de este luchar.
Y quedaron otros días
antes de descansar
. . .pero nada más importa.
Sol acaricia con su haz de luz
las aguas tranquilas,
las seduce,
las besa
y les hace el amor
cada día.
Y la Mar preñada
se antoja de la influencia de Luna.
Y Luna,
que se sabe tan solo
un antojo pasajero,
la embruja
con sus idas y venidas
de Luna nueva,
creciente,
llena y menguante.
. . .Pero en el albor de la mañana
Sol lame con sus rayos
el vientre de Mar
y el sabor salado
de su piel de agua
se dispersa por el cielo
en nubes de algodón
para reposar juntos
en la línea del horizonte.
. . .Y sin siquiera saberlo,
Dios creó el cortejo,
el amor,
los celos
y la infidelidad,
. . . ¿Acaso no es fácil enamorarse?
Cómo son las cosas que,
en apariencia,
parecen sencillas.
No busques mis labios en tu boca
¿Dónde van los pasos que se alejan de mí?
pregunto al viento,
a las olas,
a las aves marinas,
a las estrellas
y a mi sombra del atardecer.
¿Dónde van los pasos?
Cuando la vida enoja al aire,
el alma pesa,
las manos pesan
y se delimitan las caricias,
se mitigan los poemas
y la respiración ahoga la luz
de estos consumidos ojos.
Soy ese viejo faro
que apenas ya si alumbra
en la noche
las lejanas aguas azules del horizonte.
Y un rayito de luz
manosea mi alimento por poniente
. . .La rosa de los vientos ha perdido el rumbo.
Ningún hombre es capaz de no mirar al Sol,
con cara de bobo,
cuando te guiña un ojo en el ocaso.
Qué feliz me siento
cubierto por esta túnica de nubes
cargada de sueños.
No busques en mis labios tu boca,
no, no la busques,
porque mis palabras derriban el cielo
y lo funde con la mar.
Y lo hunde
y lo levanta
y lo desordena a su antojo
. . . lo vuelve a ordenar.
No busques mis labios en tu boca
porque la brisa del otoño
pasa entre el cañaveral de mis espejismos
y el soplo susurra en mis oídos
que mis labios están heridos,
y solo sanan
con la sal de otros labios que,
como la marea,
traen la medicina para esta maldita hinchazón.
No busques mis labios en tu boca.
A no ser que seas la bella gaviota
que anida en el balcón de este faro
que conserva su vidriera rota.
Porque ella supo qué tenía que hacer y lo hizo.
Aunque el viento le dijera
que algún día cedería a su poder.
Aunque la mar le dijera
que barrería mis cimientos.
Aunque nadie creyera
que yo iluminaría tu oscuridad.
Tú no dudaste de mí,
de este viejo faro apagado.
Porque la sombra regresa a la sombra
y nadie lo sabe.
Como la ola que me golpea
y muere ante mí
pero se cree vencedora.
Tú, que supiste hacer lo que tenía que hacerse.
Tú, busca mis labios en tu boca
y cierra los ojitos,
. . .no te quemes con las chispas.
Volverá la luz a mi vidriera rota.
Y los pasos que se alejan de mí
girarán la cabeza
llamados por la luz
que emiten las chispas
del faro de los poetas,
de los borrachos de agua marina
que silencian los gritos de la noche
con los besos de su amante
a los pies de la costa
de tu piel de pálida arena.
¡Ay mi amor!
Cómo negar la muerte al Sol
en el horizonte
si es cuando tú
atraviesas la bruma azulada
para anidar en el balcón
de mi pecho apagado.
En esta noche azul.
En esta playa vacía.
En estos labios en tu boca.
Para abrasarnos
y emitir el resplandor de un incendio
que se pueda ver
desde la más remota lontananza
por los pasos ya olvidados.
. . . Todo esto, tan solo, con estos labios en tu boca.
Al antojo de tus dedos
Hablemos.
Hablar no hace daño
o eso dicen.
Sin embargo,
tu silencio
duele
como una uña encarnada.
Se clava
como un cuchillo
en la fruta madura.
Hablemos de amor.
Del tuyo y el mío.
Del nuestro.
De ese amor
que tuvo su origen
en un corazón
tan dulce y tierno
como el centro de un aguacate.
Un amor
que parecía tener miedo
a crecer
. . .y hacerse fruto.
Y miles de besos
sin ojos
y miles de promesas
sin oídos
y miles de caricias
con el alma rota
y dedos afilados
como espigas de trigo.
Ignorante de todo
buscaba
tu sonrisa de navaja
y tu rosa
de labios rojos.
Ignorante de todo
tallaste mi pecho
al antojo de tus dedos.
Tan solo
dejaste intacto
lo negro de mi alma;
el llanto que,
como fríos charcos,
estremecía tus vellos
. . . y la muerte
tomó forma de humos de silencios.
Y el humo se llevó
los aromas del amor.
Y al dejarnos,
el frío
hiela los frutos
de ese amor lejano.
¡Ay! adorado negro de mi alma.
Eres lo único que me queda.
Eres todas aquellas luces
entregadas al olvido.
Y yo cierro los ojos
hasta borrar
el silencio de tu voz,
el tallar de tus dedos,
. . . y renacer de nuevo.
Lo que ven tus ojos
Mírame, ¿qué ves?
No creas lo que tus ojos teorizan
y conspiran con tus oídos.
Hay algo oculto en cada cosa que ves.
¿Qué más te puedo decir?
Es difícil explicarte
que ser
no significa
no tener ausencia de significado.
Oye como corre el agua de la lluvia calle abajo.
¡Óyela!
Nada se repite,
aunque mañana vuelva a llover
sobre la misma tierra.
Ni el Sol brilla todos los días
de la misma manera.
Ni el verde de mis montes
luce con la misma alegría,
ni el levante huele a sal
ni mece mi cabello
y la hierba
de igual manera
hoy que ayer.
Ni amo mi diestra como mi siniestra,
ni a mi padre como a mi madre,
ni las sombras de las nubes de verano
cubren la misma luz
de un segundo a otro.
Mírame, ¿qué ves?
Acepta que no soy
el mismo diablo borracho
que mi amigo Bukowski
aunque beba
tantas cervezas y whisky como él.
¡Oye!
Oye cómo crujen mis ramas
llenas de dolor
por el peso
de tantos nidos de sueños.
Eternos delirios de frenesí
que tomaron forma
de esponjadas gotitas de agua de rocío
o de esa lluvia,
que no significa nada,
bajo un nuevo Sol
nunca antes visto
en el suave mirar
de unos humildes ojos
que descubren el rumor del aire
sobre los verdes montes
por vez primera;
donde me acuerdo de mi madre
y enjugo mi llanto con la derecha
. . .y una sombra que nunca llega.
Y me lastiman esas frases
que dejo caer
como caen las hojas secas de mis ramas
que luchan contra el ángel de los sueños.
Juego de luces y sombras.
No te engañes
si en mí ves una frágil rama
que llora
cantos de cólera y exterminio.
No caigas en el mayor de los errores
de creer
lo que tus ojos imaginan
y de aceptar
lo que tus oídos conjeturan.
Hay algo oculto en cada cosa que ves.
Ser
no significa
no tener ausencia de significado.
Vida de bandoneón
Yo conocí la emoción
del ritmo en tu cintura
y la emotividad de los versos
en tus labios de piruleta.
En ti, sin saberlo,
tan lento como el ir y venir
del fuelle de mi bandoneón,
. . . de mi vida de bandoneón.
De idas y venidas que vienen y van
en minutos que duran veinte años
regados con la distancia
que marcan las estrellas
y el río de los olvidos.
Vivir una emoción
en cada acorde ya sonado
que emigraron,
como palomas sin alas,
a otros mundos desdibujados
. . . por las sombras de los cipreses.
Y sentado
en cualquier callejuela
espero el momento
en que tu voz me llame
. . . que repitas mi nombre,
lo susurres
con las caricias de tus dedos
en las teclas de mi alma.
Y me toques,
me toques
y me toques
. . . y no pares de tocar
mis teclas desnudas
con la punta de tus dedos.
Y mi vida de bandoneón
llora los lamentos
de los ecos de tu voz.
Una lágrima de tango
que en su interior
mantiene cautiva
la sensualidad de tu mirada
. . . un vaivén de minutos
que duran veinte años
en esta vieja calle
que con indiferencia,
hoy,
. . . me ve volver.
A lo lejos observé
A lo lejos observé cómo una bandada
de negros cuervos y cuelludos buitres
danzaban al son de la muerte.
Sus alas desplegadas al viento,
casi sin batir, dibujando círculos en el aire.
Qué bello espectáculo de aniquilamiento.
Sus ojos, todos, parecían estar fijos,
anclados a un mismo punto,
como atisbando la más suculenta carnicería,
gratis y por sorpresa.
Qué felices debían estar.
A lo lejos observé cómo una bandada
de negros cuervos y cuelludos buitres
se abalanzaban hacia una figura
yacente en el suelo, inmóvil.
No sin falta de miedo,
paso a paso me acerqué para examinar
la sucia función que me ofrecían
esos malévolos pajarracos negros.
No sin falta de curiosidad,
aquella misma que mató al gato,
me arrimé a la desalmada caterva carnívora
de oscuros atuendos.
No sin falta de asco,
olor a huesuda calavera podrida,
me abrí paso entre el cúmulo carroñero.
Allí estaba yo, mi cuerpo putrefacto
y vilipendiado a picotazos
que desgarraban mi piel
y mutilaban mi carne.
Mi rostro, sin ojos ni lengua.
Mi cuerpo, sin pezones ni polla.
Mis manos, carentes de dedos,
al igual que mis pies.
Mis tripas, dispersas sobre el suelo,
servían de aperitivo para los cuervos
que parecían jactarse de los buitres,
al tragar pequeños pedazos de mí
sin apenas tener que luchar,
para alimentar sus putos cuerpos.
Metí la mano en el bolsillo de mi gabardina marrón
y hallé la botella de vino que robé la noche anterior.
Bebí un largo trago para ganar valor a mi cobarde miedo.
Sequé mis labios en la manga
que quedó manchada del rojo vino.
Sangre, pensé.
Esto me despertó de la pesadilla
en la que me sentía sumido.
Me ayudó a romper la tela de araña
en la que parecía estar atrapado
y llegó el valor a mi sesera.
Envalentonado, me lancé ferozmente
contra la turba asesina
que me destripaba sin ningún remordimiento.
Agarré un pesado tronco que había por allí tirado
y la emprendí a palos con los negros pajarracos.
Fue un estéril esfuerzo.
Mis golpes eran inocuos, insustanciales e inofensivos.
No era capaz de dar en el blanco
de sus negros cuerpo.
Era triste, qué desastre.
No pude salvar nada de mi cuerpo.
Exhausto, no me quedó más remedio
que inclinarme, hincar las rodillas al suelo y mirar.
Durante horas vi cómo mi carne iba desapareciendo,
dando lugar a blancos huesos manchados en sangre.
Una sola lágrima se deslizó por mi mejilla.
No me quedaban más.
Las había gastado durante mi vida anterior a ese momento.
La última gota la reservaba
para cuando me sintiera tan cansado
que quisiera tirar la toalla.
A lo lejos observé cómo una bandada
de negros cuervos y cuelludos buitres
danzaban entre los otros.
Unos los llaman sociedad.
Otros lo llaman suciedad del individuo.
Yo lo llamo bandada de cuervos y cuelludos buitres.
Qué más da.
La llames como yo o como tú quieras.
Maldita sea esta puta sociedad,
suciedad del individuo
colmada de negros cuervos y cuelludos buitres
dispuestos a despedazarnos los unos a los otros,
amedrantar nuestro valor,
vaciar nuestros ojos,
acallar nuestras bocas
e imposibilitar el roce de nuestros dedos
con otros dedos,
en otras pieles,
en las entrepiernas de aquella que me deje.
A lo lejos observé cómo este viejo cuerpo marchito
desistía del esfuerzo,
se daba por vencido y,
al límite de sus fuerzas,
dejó de luchar.
Verde que te quiero verde (con permiso del poeta)
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña. . .
(Romance sonámbulo de Fdco. García Lorca)
Te estoy esperando.
Qué lejos queda todo.
Ya casi no te recuerdo,
no me reconozco.
¿Quién eres tú?
Tú que naces de mis gritos;
de mis entrañas entreabiertas.
¿Quién eres tú?
Chaval estúpido;
tienes que ser duro como una roca.
Una vez te vi llorar,
¡maricón!
Los hombres no lloran.
¿Acaso esperas que llegue ese amor?
¿Es esa tu verde esperanza?
. . .¿Acaso verde la rabia?
Si no eres la sombra
de lo que una vez fui
cuando pedía agua,
¡agua, agua, quiero agua!
Los niños no lloran,
¡joder!
Ponte el disfraz de superhéroe
y golpea un vientre
hasta dejarlo sin aliento.
Directo, crochet y gancho.
¿Qué miras con esos ojos tristes?
¿Es lo que esperabas?
Es tu verde viento
el que trae tu reflejo.
Es tu verde rama
la extensión de tu cuerpo.
¿No ves tu herida
desde el pecho a la garganta?
El barco ya partió
estando vacío
con la cofradía de la espera.
El caballo naufragó
persiguiendo al barco
en aguas eternas
lejos de la montaña.
Verde que te quiero verde,
es un suspiro de otro tiempo
. . . . angustia de un amor que no llega.
Es el amor propio
que te destruye,
que te oprime,
que te ahoga
como el caballo
tras ese barco
que ya partió.
Fuiste verde rama
y verde viento
y no lo quieres ver.
Y los suspiros
se vuelven gritos
para detener el tiempo.
¿Puedes entender que eres un sub-producto?
Eres la desidia verde
soñada por los dorados rastrojos
de una sociedad vertedero
que estereotipa sexos
y luego te culpa,
te castiga,
te lapida
y vuelve a soplar
con verdes vientos
a las verdes ramas
. . . .Y todo vuelve a empezar.
Nana al corazón
Tus manos temblorosas
arañaban la sombra de mi alma
y ya de paso, con calma,
cosquillitas al corazón.
Aprendiste a quererme
en tan solo un minuto
con todos mis defectos,
con todas tus locuras;
desnudos, como verdades,
entre eruditos descuidos
de puertas mal cerradas
y letanía de unos cuerpos
de caprichos seducidos.
Y así,
así,
así. . . me arropaste entre tus brazos
y al compás de tus latidos
de ritmos lentos y delicados
cantaste la nana a un corazón hecho pedazos.
Nana,
nanita,
nana. . . con el abanico de tus pestañas.
Nana,
nanita,
nana. . . mordisquitos de pirañas.
Nana,
Nanita,
nana. . . corazón, tú a mí no me engañas.
Y las penas
se hicieron caramelo en nuestras boquitas
...quédate en silencio, mi amor,
que yo sé escuchar tu voz apagadita.
Y fui yo,
fui yo,
fui yo. . . quien cayó rendido al encanto de tu voz,
al placer sereno de tu blanca piel
y a la incógnita de enumerar lunares
que, sobre tu cuerpo, son gotitas de miel.
Hipocondríaco de miedos viajeros
que no deshace equipajes, ese,
ese,
fui yo,
fui yo,
fui yo. . . quien hizo acallar el reloj
y te devolvió un sueño por estrenar
enmarañado en tormentas de gritos,
en un frenesí de excusas,
en hordas de enojos paridos
sobre el cosmos de la creación.
. . .Y tu nana se perdió
en el justo momento
que la luna se desplomó
entre sábanas limpias de domingo
en ese hueco que mi yo no ocupó
y que una vez fue mío;
que vuelve a estar presente
en cada sueño sombrío.
Es difícil olvidar
. . .y que no duela, amor mío.
Mientras tanto, tú, que dices que me odias
mucho más de lo feliz que te hice,
te quemas entre tus dedos
y me piensas,
me piensas,
me piensas. . . enredados como raíces.
Nos acurrucamos en los sueños
y me cantas una nana
al abrigo de mis penas,
nana,
nanita,
nana. . . ojalá que un día vuelvas
nana,
nanita,
nana. . . Ser esclavo en tu sueño
nana,
nanita,
nana. . .de aquello que antes eras dueño.
Y este corazón
que muere en su condena
se aferra al sonido de una voz serena
que canta su canción
nana, nanita, nana
nana, nanita
. . . ea, ea, ea.
Es difícil escribir una carta de amor
Es difícil escribir una carta de amor,
cuando el amanecer de mis palabras
se ha quedado sin un Sol que despunte al alba
sobre tus preñados campos de girasoles
que esperan la abstracción del pensamiento
para alcanzar un batallón de alados recuerdos que,
con orgullo, estiren sus cuellos al cielo para festejar con el Sol
un empacho de sonrisas de fina cáscara de germen engendrado,
de fina nácar, que aún está por quebrantar.
Y es que dentro de las sonrisas huecas y selladas
es donde se encuentran los fértiles frutos y su fervor,
que se adueña de mi cándido suspirar.
Es difícil escribir esa carta de amor,
. . .mi amor, mi génesis, mi palpitar
aunque solo escriba versos para ti.
¿A qué si no iba a violar páginas en blanco
derramando tinta que dibujan garabatos
semejantes al contorno de mis cicatrices
que supuran brotes de esperanza
como campos arados en la labranza?
Es tan difícil escribir mis sentimientos
sin saturarlos de guirnaldas de mentiras
por no saber expresar esto que siento.
Que adornen la luz de las farolas y sus sombras
en calles despobladas entre multitudes de gentes,
de espectros deformes, que no me dicen nada.
Entre una densidad de humo en suspensión
de bravucones cigarrillos que no fumé;
entre exánimes charlas insustanciales,
cargadas de dolientes fábulas mal narradas
por la perfidia de personajes secundarios
en funestas y corruptas obras teatrales,
que se fuerzan por formar parte de esta orgía
de nocivas vivencias rotas que son las vidas
. . .de aquellos que no me dicen nada.
Y es que estas cartas que intento escribir
son tentativas de una declaración de amor
escritas con la dulzura de la miel de caña,
perfumadas con olor a lluvia, a tierra mojada
y los fluidos etéreos que corren por mis venas.
Qué difícil es escribir estas cartas de amor
. . . pero más difícil sería no hacerlo, mi vida.
No quisiera olvidar nada de lo que me bulle dentro,
no arrinconar nada de la naturaleza que siento,
lanzar palomas al aire para que dibujen en su vuelo
un mar de corazones con tu nombre al centro.
Y a esta desgarradora llaga en mis ojos,
se une la hecatombe que marcan mis dedos
en sutiles huellas sobre el frágil mapa de tu cuerpo,
en la inolvidable memoria viva de tus recuerdos
que discurren en desordenados paquetes de letras;
y me vuelvo loco preguntándome si vale la pena
estampar un sello a esta carta de enamorado
o será la muerte el premio a una vida desgastada
por los rotos de una gloria que se descose
en mis ensueños de hombre cautivado,
de un amor con raíz e infinito
. . .que muta a sombría y cruel agonía,
porque solo soy un corazón vestido
con flores de cerezo ya nacidas
que busca escribir entre impecables versos
y estrofas la más primorosa carta de amor
que me haga digno de ser llamado poeta.
Y con el hielo que recorre mis miedos,
saco del cajón de las cobardías
un manojo de cartas no enviadas,
un ramillete de margaritas deshojadas,
un altar de besos que no te he dado
. . . por este simple capricho de poeta fracasado
que, con un puñado sordo de cenizas
y riachuelos de lágrimas de olvido
tiene como doctrina hacer de su piel trizas
y convertir los jirones en cordones de inseguridad
con los que atar los sueños manuscritos
que se esconden tras el dormir de una sonrisa,
tras el maldito morir de mi nombre rubricado
en enmohecidas hojas que no leerás,
en clásicos versos de emisario que encierran
más que simples promesas de amor,
estrofas que podrían ser sublimes
o decadencia de sentires y pensares
en una jodida fatal conjugación.
En versos que alguna vez creí poesía
y de los que jamás sabré por mi cobardía
si fui capaz de decir con palabras de ambrosía,
palabras diferentes como estas del día a día
. . .¡Ay mi amor, cuánto te quiero!
Notarás una ausencia
Pronto, muy pronto, notarás una ausencia,
como las abejas en invierno
que anhelan el florear tras el deshielo.
Notarás una ausencia,
un espantoso silencio
entre pétalos que no se tocan,
una raya gris que corta el cielo
y enmudece al miedo,
como el herido tras la batalla
que se niega a respirar tras tanta muerte.
Hay manos funestamente cargadas
de calaveras y gusanos,
pero eso a nadie le importa
porque notarás una ausencia, tan solo,
si es pescuezo con sombrero de bombín.
Qué frío tan incómodo este que corta el aliento,
como un cuchillo caliente mutila la mantequilla;
como el peso de la nieve
que troncha el tallo de las margaritas.
Notarás una ausencia cuando tu invierno
seque mi inocencia vestida de blanco
como tules de fina gasa,
como pétalos flácidos que lloren de pena.
Notarás una ausencia cuando tu metálica frialdad,
como un machete en el pecho,
empardezca mi dorado, dulce y fértil corazón
del que no supiste nutrirte.
Notarás una ausencia cuando de tus muros estériles
ya no broten mis flores entre sus grietas
porque ya no haya razón
para que mis semillas germinen para ti.
Y serán las abejas, las mariposas,
el color, la belleza, la alegría
y la incógnita del amor,
de un me quiere, no me quiere,
las que te hagan notar una ausencia.
Cuando todas ellas zarpen
rumbo a otras aguas más cálidas
donde mis raíces echen el ancla
y dejen tus muros tan grises, rotos y fríos
como pilas de viejos nichos
donde se amontonan los cadáveres.
Notarás una ausencia
de eternidades de soles vividos
que ya no quieren mirar atrás.
Porque me dañas tanto el alma,
. . .notarás una ausencia.
De Madrid al cielo pasando por mi ventana
El viento llamó a mi ventana
con sutiles y retraídos golpecillos.
Como el repiqueteo de las moscas
que aporrean los cristales
afanándose en volar el cielo
que creen tener delante.
Dicen que de Madrid al cielo.
Dicen los que la vieron desde la cuna
que no hay nada más hermoso
que el perfume que trae el viento
cuando el discurrir del Manzanares,
que es el río de los pensamientos,
nos transporta al murmullo de historias
que desde el Prado son conocidas
entre Velázquez y las Meninas,
gritadas en la Gran Vía,
entre Goya y sus pinturas negras,
que sueñan con los colores del Retiro.
Y un ansia súbita de claveles en ojales,
organillo y un esbelto danzar de chotis
en las fiestas de San Isidro,
me pisa el corazón por dentro
y es la sombra de este silencio
quien presiona mi deseo de alzar el vuelo.
Desde Madrid al cielo.
Parece que es el viento y no es el viento,
quien ahora golpea mis ventanas.
Quizás fuera el volar de las Urracas,
el azotar de los Jilgueros,
o la cobardía de las palomas
huyendo del halcón y su vuelo ligero.
Todos ellos surcando ese azul del cielo
que mis ojos contemplan desde la ventana.
Y es que, de Madrid al cielo.
Derramaré mis lágrimas de alegría
con estos ojos ahora tristes
cuando abra la ventana,
bajo el dorado trigo del sol
o el picotear de las estrellas,
y al levantar la mirada pueda saber
que es el viento de la Sierra de Guadarrama
quien busca mi aliento y llama a mi ventana.
Y aunque cruce en papel el atlas entero
o navegue los mares en rotos veleros
acorralado entre océanos y tristezas,
excarcelado entre puertos y alegrías;
nada pude ni podré encontrar en la Tierra
como el mirar de tu luz cuando emprende el vuelo.
Cómo decirte otra vez que de Madrid
. . . ¡al cielo!
Tuviste que ser tú, mi 23 de abril
Todo lo que te diga está de más.
Yo no buscaba nada pero tú me sonreíste.
Yo quería ser el gris de mis tardes de invierno
y tú me regalaste un lienzo en blanco,
misterio sin luz y fragancias en el aire,
de besos y colores.
Y decidí ser rosa para celebrar el amor
y morir a solas cada San Valentín.
Decidí ser la flor más hermosa,
a pesar de vestir un entallado traje de espinas
que hacen daño con cada caricia.
Decidí ser rosa los 14 de febrero y cada 23 de abril
. . . y no los arranqué del calendario.
Yo no quería volar más allá de mi almohada.
Y las musas me elevaron por encima de las nubes,
donde nacen las fábulas y sus moralejas,
los cuentos de hadas cobran vida.
Y me dejaron caer sobre pliegos de lino,
lechos de virginal papel de seda
y oscuros tinteros violados
plumas de ángeles caídos del parnaso romántico
habitan los viejos poetas que tanto admiro.
Y decidí ser poeta y escribir
con plumas de aves extintas
los versos más tristes de amor,
versos a una rosa que ya murió,
versos sobre labios con rencor.
Decidí ser poeta para morir de hambre
entre halagos de miseria,promesas
y el recuerdo doloroso de las flores.
Y decidí escribir el libro más bello
que jamás nadie leerá
. . .no con los ojos que le dieron su luz.
Todo lo que te diga está de más.
Si mañana solo queda vivo un gigante
que se alimente de rosas muertas,
de letras entrelazadas,
de obras escritas sin razón,
de sueños paridos por locos
...dejadlo descansar hasta el 23 de abril
y desaparecerá entre las páginas de libros
que creías olvidados.
El mundo sigue vivo allá dentro.
Y decidí vagar por las calles
acompañado por el Crepúsculo
y mi fiel amiga Soledad.
La vida sin ella no vale nada.
Y aun así,
hay aromas que me mecen entre sus brazos.
Huele a tinta, pegamento, papel y fantasía
. . . olor a libro nuevo, a tierra mojada, a vida.
Tú sabes cómo es eso.
Todo, todo me lleva a ti.
Y mis recuerdos perdidos se convierten en olvidos
que acaban por desaparecer.
Y decidí ser efemérides de mis recuerdos
y convertirnos en polvo
junto “al Manco” “el Bardo” y “Garcilaso”
antes que se llegasen a desvanecer.
Pobre presuntuoso, inoportuno e infeliz.
¿Quién te dijo que necesitaras un día
para celebrar aquello que amas todo el año?
. . .¡si estás celebrando la muerte!
Tuviste que ser tú, mi 23 de abril,
cuando quise ser rosa,
cuando quise ser poeta,
cuando quise ser efemérides
quien me mostrara que tan solo soy
. . .una mala decisión.
Y te bajé la luna
Me pediste que te bajara la luna.
Y lancé un arpón ballenero
con la cuerda más larga
que jamás podría haber imaginado.
Yo mismo la tejí
con los lamentos que cada noche
salpicaban el blanco de mis sábanas.
Con las mentiras en forma de promesas
que sabía eran miradas de indiferencia.
Con cada gotita de sal en mis ojos
que quemaban mis pestañas
e inflamaban mis párpados.
Con tus quejas por amarte a mi manera,
la única forma que entiendo el amor,
tan solo para dos
. . . A ti te parecía poco.
Pero, aún así, dañé a la luna con mi arpón
y la arranqué de su oscuro firmamento.
Me traje del cielo la alegría de las estrellas,
la ternura de algodón de tus nubes,
la rienda de la cordura de los arcoíris
y millones de aves de amor en penitencia.
Ahora, en las negras noches de funeral,
la luna brilla llena en tu salón
y tan solo su reflejo ilumina el cielo.
Un cielo que está triste y vacío,
. . . como mi propio ser.
Vacío de estrellas y cometas
que puse en el firmamento
de nuestras lejanas caricias.
Mi lucero del alba ya no brilla.
Vacío de nubes de vahos y vapores
que empañaban los cristales
de nuestro Olimpo de los placeres,
placeres en manos de simples mortales.
Vacío de arcoíris de risas,
del arco multicolor de tus abrazos,
de espectro visible de tus caricias,
de cuentos de hadas escritos para ti.
Vacío de aves libres en el cielo
que ya no pueden volar sin sus alas,
alas cortadas por los gritos al aire,
provocados por los actos en el suelo.
Aves que ahora solo pueden arrastrarse,
por el empedrado, a merced de los depredadores.
. . . Vacío como está mi cielo sin ti.
Y cada noche vago por las calles, sin sombra,
donde los gatos lamen mis heridas de tormento
y devoran desalados pájaros sin derramar una lágrima.
Detengo mis pasos bajo los pies de tu ventana
y alzo la vista para admirar tu reluciente luna.
Esa que yo mismo con mis manos bajé para ti.
Esa que ahora enciendes cada noche a tu antojo
para aullar bajo el lascivo calor de otros cuerpos.
Mientras tanto, yo sigo mirando tu ventana
con ganas de arrancarme a cuchillo
estos ojos que parecen ciegos
si no retienen tu perfil
y arrojarlos como ofrenda a los gatos.
Pero no puedo porque ahora estoy aquí,
tejiendo con mi pecho enredaderas de sueños
para trepar con valor hasta tu ventana
y espiar cobijado en la negrura de mi alma
el porqué de tus desvelos,
las fantasías de tus placeres,
y el áspero grito de tus orgasmos.
Esperando que alguna vez me recuerdes
y se te escape de los labios la melodía mi nombre.
Si es así, mi vida, yo te estaré esperando todavía.
Aún tengo la cuerda que tejí para ti.
. . . ¿Querrás el sol?
Instantes
Qué breve fue el tiempo.
Casi imperceptible
en la infinidad
que se supone
la eternidad de las cosas.
Como el sol que te ciega. . .
Pasajero,
provisional,
transitorio
entre la impetuosidad
de los comienzos
y la fatalidad
de la desidia final.
Como un corte de cuchillo. . .
Instantes de nuestros,
de nosotros,
de juntos,
de abrazos y besos,
de los dos,
de tú antes que yo.
Amor.
Más que un juego para dos. . .
Y construimos
castillos de arena
donde cobijar sueños.
Instantes.
Instantes.
Instantes. . .
de eso está hecha la vida,
tan solo de instantes.
Nada es para siempre
porque el mañana no existe.
Son almacenes de sueños. . .
Qué lejos quedan
aquellos momentos
de tiempos felices.
Qué lejos los instantes.
Qué lejos el amor.
Qué lejos tú y yo.
Contrapuesto al concepto de finitud. . .
Y los sueños
que guardamos
en castillos de arena
sufrieron el embrujo
del metamorfismo
y padecieron la fuerza
de los instantes ya pasados,
presión,
temperatura
y tiempo.
Y la mente desdibujó los sueños. . .
Sueños que ahora
son también de arena.
Y nosotros
somos un instante
de nuestros sueños.
Cuidado con el viento.
Cuidado con el mar.
. . .Cuidado con los instantes.
Mi mundo onírico
Porque todos esos instantes pertenecen al mundo onírico de mis desvelos, que me revientan en la consciencia. Y soñé con la calma en toda su esplendorosa violencia, donde las aves volaban en silencio, sin violar la quietud de mis palabras, sin tan siquiera percibir el batir de sus alas. Donde la arena en su estado sereno de intranquilidad finita espera la crecida del río para calmar la sinrazón de las miradas vacías que parten de la oquedad de un cráneo . . .sin ojos aparentes.
Y como todo lo soñado me pertenece, soñé que estaba despierto en mis sueños de individuo dormido, frente a la nada más insustancial de la verdad. Y mis piernas ya no eran extremidades capaces de mantenerme erguido. Que mis pies eran de caucho y alambre. Que mis zapatos no encajaban en mí ser.
Soñé con unas escaleras que me llevaban al comienzo . . .de ninguna parte. Con un barco a la deriva, gobernado por mí, intentando sentir la brisa como propia, preguntándome si ese amor verdadero que quemaba las semillas contenidas en el viento, era realmente amor o eran las dudas de mis propias dudas a los miedos de este sentir oculto, tan genuino, tan real, . . .que jamás había sentido.
Y me di cuenta que tú eras el riesgo que siempre querré tomar. Aun sin raíces que me anclen a este podrido suelo. No caeré jamás. Aun siendo un pesado lastre incapaz de flotar en tus aguas. No me hundiré jamás. Aunque esto signifique que las cenizas del ave Fénix sean tan solo eso, . . .cenizas. Aunque todo lo que pertenece a mis noches sin luz, a mis días sin ti, a mis miedos a ganar, aunque todo esto, y más, me lleve a olvidar mi nombre . . .antes que el tuyo. Si la única forma en la que puedo estar contigo es en mis sueños, entonces, quiero dormir para siempre. Porque tú, perteneces más a mi mundo onírico que mi propia realidad
. . .y dudo de mi propia existencia.
Si vieras tus manos como las veo yo
Todo el mundo debería ser libre,
como los pájaros,
cuando desdibujan la línea del horizonte.
Sin cadenas que te aten
a infructuosos y estériles miedos
. . .a la existencia de la nada.
Libre para poder elegir tu mano
y aferrarme a ella
hasta que sangremos de tanto amarnos
y nuestra sangre se derrame
sobre semillas por florecer
en este fértil suelo que pisan estos pies
. . .aunque me siento flotar si tus manos están en las mías.
Manos que ya me lo han dado todo.
Y, es que
si vieras tus manos como las veo yo
. . .mi amor.
Si vieras tus manos repletas de grietas,
como el lecho de un río seco,
hermoso a su manera.
Si vieras tus manos cansadas,
colmadas de tierra seca de labriego bajo las uñas
que recuerdan al descanso del musgo sobre las rocas.
Si vieras tus manos tan fuertes y delicadas,
como las campanas que tañen con olor a muerto.
Si vieras tus manos como las veo yo,
acunando unas manos que apuestan su vida al amor
. . . sin miedo a perderla.
Sabiendo que es tu creación la que proteges,
en esta noche sorda de jugadores zurdos
que usan su mano derecha para lanzar los dados.
Y gozamos de la espontánea presencia
de una vida acunada en unas manos
que arrullan las mías.
Si vieras tus manos como las veo yo,
como yo las quiero,
como yo las siento,
verías unas manos que son poemas.
Manos que acarician el alma de los placeres
. . . .Verías unas manos capaces de romper cadenas.
De profesión marginado
Mira allá a lo lejos. Entre esas tristes montañas que tan bello hacen el paisaje. Porque la tristeza no está reñida con la belleza. Mira allá a lo lejos. Ese corazón ajado y malogrado que tiñe de gris los colores de las mentiras. Con sus muros deslucidos parece que nunca tuvo sueños por cumplir, que no conoció el calor de una lumbre en su interior. Mira allá a lo lejos. Como se marginan los días entre el frío de las promesas que tú mismo te hiciste y que cortan la respiración. Hoy sus flores huelen a nada. . .
DE PROFESIÓN MARGINADO
Cuántas veces lo intenté.
Cuántos vanos y estériles esfuerzos dejé escapar
entre pinceles que jamás conocieron musa.
Cuantas palabras mal hiladas que no despertaron sentimientos
en corazones negros como el carbón.
Ceguera y sordera en un mundo de colores vivos
y melodías a la carta.
Insensato al pensar que de este teclado barato
surgirían bellos poemas de amor
o falacias pervertidas
o historias nunca contadas en prosa arcaica
o benevolente jerga del siglo XXI.
Desde la simiente que me creó
hasta el imbécil al que no pregunté,
me negaron sutilmente, como Judas a su amigo Jesús.
Y es que estos oídos no escucharon
palabras de alabanzas sinceras,
ni tan siquiera fingidas.
La comparación con quien lo hace mejor es tan odiosa
como la falsa sonrisa. Y tú me sonreíste.
Los colores de mis cuadros se convirtieron en ocre de pena.
En gris de tormentos y negro de dolor.
No quise que me regalaras el oído,
tampoco pedí que me lo destrozaras.
Marginado sin querer ser parte de ti.
Y mis letras no corren ni correrán mejor suerte.
Porque jamás diré lo que quiero decir
cuando digo lo que digo.
Porque no entenderás mis motivos y mis fantasmas.
Porque ni en mil vidas me asemejaré a otros que ya leíste.
Yo quería ser pintor y poeta.
Quería vivir rodeado de mis musas viciosas
que colmaran mis deseos de carne.
Saciaran mi sed de letras y nublaran de colores mi juicio.
Yo quería vivir la vida que soñé,
dentro de otro sueño cuando, somnoliento,
tuve la sensación de caída libre
y desperté con una imagen que dibujar
y una historia que escribir.
Las olvidé al volver a ti, reprobado mundo real.
Cuando la gente me pregunta:
-¿y tú, qué eres?
Yo les digo:
-de profesión, marginado.
Eso les ayudará a etiquetarme rápidamente
y apartarse de mí.
-Menos bulto más claridad-
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